“Del no-ser llévame al ser.
De la oscuridad condúceme a la luz.
De la muerte a la inmortalidad”.
Brihadaranyaka Upanishad, 1-3.28
Es imposible comprender una civilización sin entender antes su “religión” (e el sentido más amplio de la palabra): su visión del mundo y el papel del hombre en él. No podemos pensar en comprender el antiguo Egipto sin captar mínimamente su religión, China sin intuir el sentido del confucionismo y el taoísmo, la civilización árabe sin tener en cuenta el motor del islam, la Edad Media europea sin imbuirse de la visión cristiana, el mundo moderno pasando por alto la mentalidad producida por los cambios científicos y tecnológicos. Esta filosofía básica de la vida, en torno a la cual se organizan casi todas las actividades humanas, distinta en cada pueblo, época o lugar, es la que define principalmente lo que es una civilización o cultura por oposición a las otras.
Hindú, hinduismo (así como India) no son palabras indias. Son palabras persas provenientes de “Sindhu”, el nombre del río Indo. Los indios llaman a su religión “sanátana dharma”, lo que se podría traducir aproximadamente por “ley eterna”, la naturaleza perenne del hombre y el universo. En tanto que “naturaleza”, abarca ( o abarcaba antiguamente) todos los aspectos de la vida, todas las actividades del hombre, intentando encauzarlas poco a poco hacia el conocimiento espiritual, considerado como el fin último del hombre.
El hinduismo no es una religión en el sentido semítico del término. No tiene fundador, no tiene iglesia ni autoridad central, no tiene un libro único ni siquiera tiene dogmas ni unidad de creencias o prácticas. En La India moderna, cuando se quiere hablar de “religión” en el sentido occidental del término, se usa a menudo la palabra urdu de origen árabe “mazhab”. Pues “dharma” no es una serie de creencias y reglas impuestas desde el exterior, sino la naturaleza profunda del hombre y las cosas. El dharma del fuego es quemar, el dharma del viento es soplar, eñ dharma del hombre es la humanidad. El sanátana dharma consiste así en la conducta y el camino para poner al hombre en armonía con su naturaleza profunda, con su ser interior, de los que su naturaleza superficial le aliena. Por eso, muchas veces se dice en La India: “el hinduismo no es una religión, es na forma de vida”. Según la escritora Rudrani Fakir: “Religión es una terrible palabra, que en el mundo occidental ha divorciado a mucha gente de su propia religiosidad, al especializarse para designar los grandes sistemas religiosos y su maquinaria. La ‘religión’ india es el mucho más amplio dharma, el orden cósmico, natural y social que penetra hasta la más pequeña partícula de una totalidad armónica, incluyendo lo ‘profano’.” Según el estudioso español Raimon Panikkar, el hinduismo es antes una ortopraxis, una acción correcta que una ortodoxia, una creencia correcta.
En palabras de Durga Das Basu: “Si alguna religión del mundo ha sido muy mal comprendida, ésa es el hinduismo: no porque sea inexplicable, no porque sea irracional o ilógica, sino porque es tan inmensa. No prescribe ningún conjunto de dogmas o fórmulas para el ascenso espiritual, sino que ofrece un código de principios universales con múltiples deducciones a las que se ha llegado desde diferentes puntos de vista.. Es como un enorme árbol baniano con miles de ramas y tallos, de manera que hay que recordar incluso a sus seguidores que una rama o tallo concretos no son el árbol.”
Como el judaísmo y el islam, pero a diferencia del cristianismo y el budismo, los cuales se encontraron con una sociedad ya constituida, el hinduismo ha tenido que crear también toda la organización social sobre la que se estructura la comunidad, por lo que es inseparable del resto de la cultura o civilización.
El hinduismo se ha formado por el desarrollo de una tradición primordial (el Veda) que ha ido asimilando y anexionándose diversos elementos exteriores. No funciona por oposición y exclusión de otras creencias, rituales y prácticas, sino por inclusión, dirigiéndolas, adaptándolas e integrándolas en su inmenso vientre. Según el estudioso del tantra Mark Dyczkowski: “Para intentar comprender la cantidad inmensa de datos de que disponen al estudiar la historia y la situación presente de las religiones de Asia del Sur, los estudiosos la analizan en términos de una influencia recíproca entre dos tradiciones. Éstas han sido definidas de varias maneras, como por ejemplo ‘aria’ y ‘no-aria’, ‘sánscrita’ y ‘no-sánscrita’, ‘védica’ y ‘no-védica’, ‘brahmánica’ y ‘shramánica’, ‘urbana’ y ‘rural’, ‘erudita’ y ‘popular’, ‘escritural’ y ‘oral’. Se podrían añadir muchos más términos a esta lista de polaridades supuestas, l cual ya en sí mismo testifica elocuentemente sobre la incertidumbre en que están envueltas.” En palabras de Agustín Pániker: “Las etiquetas ‘budismo’, ‘hinduismo’, ‘taoísmo’, y otros ‘ismos’ han sido fundamentalmente impuestas por vecinos y conquistadores. El proceso de cosificación de las tradiciones índicas es un fenómeno reciente, indisociable de la islamización del sur de Asia (siglos XIII-XVIII) y, en especial, de la colonización europea (siglos XVIII-XX) y el desarrollo de los nacionalismos asiáticos (siglos XIX-XXI).”
Podríamos decir que el hinduismo forma una estructura y visión del mundo básica que integra en su seno a muchas religiones, filosofías, cultos y formas de vida, dándoles un sentido metafísico y una unidad, a la manera de un gran tronco del que surgen innumerables ramas. Al no poseer dogmas rígidos, es capaz de absorberlo todo. Acepta todos los caminos hacia la Divinidad, válidoa cada uno en su nivel r4espectivo. Como dice la Bhágavad Guita (IV-11): “De cualquier manera en que los hombres Me amen, de esa misma manera encuentran Mi amor, porque muchos son los caminos de los hombres, pero todos vienen al final a Mí.” Esto explica la gran tolerancia religiosa que ha predominado en La India, y lo poco comunes que han sido el fanatismo y la intolerancia religiosa, ambiente éste que duró hasta la llegad del islam.
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