jueves, 21 de octubre de 2010

Para "Caminófilos"

Emilio Estévez nos sorprendió hace unos años cuando detrás de la cámara dirigió la excelente película “Bobby” acerca del asesinato de Kennedy. Cuatro años más tarde vuelve a la carga para presentarnos “The Way”, nunca es demasiado tarde para encontrar el camino. En ella se narra la historia de Tom Avery (Martin Sheen), un conocido oftalmólogo que un día recibe la noticia que su hijo ha muerto cerca de los Pirineos. Una vez allí para recoger el cuerpo, descubre que aquél tenía la intención de realizar el Camino de Santiago. Avery, preocupado porque no pudo tener una buena relación con su hijo en vida, decide hacer él mismo el Camino. Un viaje pues, de iniciación, para encontrarse a sí mismo y también comprender cómo vivía su propio hijo.
Martin Sheen es el padre de Emilio Estévez en la vida real también pues el verdadero nombre de Martin Sheen es Ramón Antonio Gerard Estévez y desciende de gallegos. Emilio decidió conservar su nombre real.
La película llegará a España el 19 de noviembre y ya estoy nervioso por encontrarla en la red y poder verla que es aún más complicado. Todavía sigo creyendo o soñando, no lo sé bien, que algún día volveré a hacer el Camino, esta vez solo, y que será una suma de ejercicios espirituales, regalo de cumpleaños, mirada al pasado con iniciación al futuro y algo que deseo hacer hace muchos años.
Por otra parte he visto el tráiler y el doblaje me ha resultado decepcionante, aunque lo peor me ha parecido que desprendía un cierto olor a compendio de tópicos típicos con los que nos será difícil identificarnos. Espero que no sea así. De todas las maneras permaneceré impaciente.
Para todos aquellos que un día sintieron cómo su vida se trastocaba y se hacía mejor gracias a El Camino. Os mantendré informados.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Tráfico sexual

Poco antes de regresar a La India este septiembre, mi padre me dio un libro que Evencio, uno de los curas de la iglesia que está al lado de mi casa y donde siempre he ido y celebro, le había dado para mí. Cuando vi el título me agradó, “Tráfico Sexual, el negocio de la esclavitud moderna”, y decidí traérmelo. De sus casi cuatrocientas páginas las últimas setenta son tablas y estadísticas de todas sus investigaciones. Las otras trescientas describen lo siguiente: “Llevé a cabo más de 150 entrevistas con víctimas del tráfico sexual en burdeles y refugios. También mantuve 120 entrevistas con familias de víctimas, hombres que las habían comprado y trabajadores de ONG y refugios, policías encargados de combatir el tráfico, abogados, el propietario de un burdel y un traficante. Recorrí burdeles, salones de masajes, clubes de sexo para ver cómo funcionaba la industria. Viajé a aldeas y ciudades de las que procedían las víctimas para tratar de comprender las condiciones que dieron lugar a su explotación”. El libro es eso y bastante más, es la historia de diez años de viaje por los rincones más siniestros y depravados del planeta constatando hasta donde es capaz de llegar el ser humano en el trato con los más desfavorecidos, mujeres que presas de la desesperación buscan una salida a sus vidas que les llevará a la esclavitud sexual mientras son brutalmente violadas y obligadas a prostituirse durante sus vidas. Todas tienen miedo, muchas, sobre todo en los países asiáticos creen que así podrán mandar algo de dinero a sus paupérrimas familias. India y Nepal, Italia y Europa Occidental, Moldavia y la antigua Unión Soviética, Albania y los Balcanes, Tailandia y la subregión del Mekong, Estados Unidos y México… países llenos de relatos estremecedores contados por sus víctimas, así como testimonios de personal de centros de acogida, policías que revelan las espantosas condiciones de su explotación. Había pensado en escribir algunos testimonios pero sería muy largo. La editorial es Alianza y su autor es Siddharth Kara que pertenece al consejo de directores de Free the Slaves, una organización dedicada a promover la abolición de la esclavitud en todo el mundo. El libro merece mucho la pena. Es posible que el hecho de estar viviendo en La India me haya hecho acercarme con más sensibilidad y darme cuenta lo alejado que me encontraba. No dramatizo sino que empatizo con su autor, con su impotencia y su desgarro, pero también con su condena y sus propuestas de abolición, con el pequeño grano que significa difundirlo en este blog.

lunes, 18 de octubre de 2010

Y pienso...

Por las tardes, después de la hora y media que trabajamos todos en la casa bebo un vaso de té y dedico un rato largo a quitar de raíz las hierbas que van creciendo entre los cien metros de cemento que hay en el suelo y que es la entrada hacia la puerta de la casa. Lo hago con paciencia, diría con mimo como me decía mi hermana cuando hicimos el Camino de Santiago y me veía curar las heridas. Es verdad, con lo desastroso que soy para muchas cosas, hay otras sin embargo que me salen así, con mimo. A veces pienso su por qué. Quitar las hierbas es parte de mi nueva actitud y me gusta.
En el mes de agosto mi madre y mi hermana vinieron a verme y pasamos juntos tres maravillosas semanas. No he escrito nada sobre ellas y no creo que lo haga excepto lo que diga ahora. No fue simplemente el hecho de lo que hicimos, los cinco días que pasamos en Hyderabad, la capital de Andhra Pradesh, los diez días en el estado de Kerala en nuestras casas de allí, y los cinco días en Eluru donde vivo sino cómo los vivimos y nuestras interminables conversaciones sobre nuestras vidas, y que estoy seguro que de alguna forma nos han hecho conocernos y querernos aún más. Además, allá donde fuéramos nos trataron de manera inmejorable y es algo que siempre estaré agradecido… quizá algún día escriba extensamente sobre estas tres semanas. Después, por razones del visado marché a España con ellas y estuve otras tres semanas en casa con mis padres, mis hermanos y cuñados, amigos y visité lo más que pude nuestras casas de Madrid. También viajé a San Jerónimo y a Novelda. Como es normal y ya habitual en mí no vi a todas las personas que quería pero en esta ocasión quedé muy satisfecho de cómo distribuí los tiempos y los días. Confieso que cada vez me cuesta más todas estas cosas y que la tentación de no complicarme la vida con viajes y visitas es fuerte, si bien siempre quedo contento cuando veo a la gente y compartimos vida.
Gracias a Philomena, una monja que dirige una pequeña organización no gubernamental he conseguido un visado de trabajador por seis meses pues me hizo el favor de contratarme como voluntario. Cuando expire volveré a España con la promesa por parte de la embajada que me dará uno por un año sin tener que salir del país en ningún momento. Aprovecharé para operarme de la hernia inguinal, un par de bodas (ácido y luisma va a ser genial, y mi querida Nur), un bautizo del hijo de Miguel Ángel y Noelia a quienes tanto quiero, y supongo que intentaré acercar La India a nuestras casas. Bueno, ya veremos cómo va transcurriendo la vida.
Por las tardes, después de la hora y media que trabajamos todos en la casa bebo un vaso de té y dedico un rato a quitar de raíz las hierbas mientras pienso.

martes, 12 de octubre de 2010

El juguete secreto del zorro de Max

Hace ya tiempo que el cine de animación, o de dibujos animados como se ha llamado siempre, ha dejado de ser un coto exclusivo de niños para convertirse en un cine destinado a todo el mundo y en muchos casos con un mensaje directo al público adulto. A mí siempre me han encantado los dibujos animados, sigo disfrutando de ellos y en los últimos años he trabajado con los jóvenes mediante el visionado de las películas de Disney y sobre todo de la factoría Pixar.
Quisiera en este artículo repasar cuatro películas excelentes y que recomiendo encarecidamente no sólo a los se sienten atraídos por este género sino a todo aquel que desee pasar un buen rato y además aprender y sacar conclusiones, aquel que quiera trabajar con jóvenes y mostrarles una forma de enseñar con mensaje nada convencional en algunos de los casos.
La primera y la más conocida es la última maravilla de Pixar, Toy Story 3, donde de una manera elegante se juega con nuestros sentimientos y emociones sin sentirnos dañados y nos retrotrae a ese momento de inmensa felicidad que fue la infancia y cómo sin darnos cuenta la abandonamos para hacernos adolescentes y pasar después a una vida de adulto donde no queda tiempo para acordarnos de aquellos años de ingenuidad y juego sincero. Sin embargo no conozco a nadie que alguna vez no se haya preguntado qué fue de sus juguetes preferidos, aquellos que tantas peleas provocaron con su hermano o hermana, aquellos que llenaron tantas solitarias tardes de invierno o con los amigos en verano. Andy representa todo ese mundo y el final de la ingenuidad. Por eso Toy Story 3 no es una película para niños de ahora, como ocurre también con la última de Shrek, sino para los que lo fuimos hace un par de décadas o tres. Y como ya ocurriera con Wall.E y su mensaje de crítica ecologista, la factoría Pixar manda su denuncia social en clave de metáfora del Holocausto, y aunque eso no impide la lluvia de situaciones cómicas, es un hecho que no pasa desapercibido a nadie… Toy Story 3 o el recuerdo de la infancia.
Pd: es una pena que estos de Pixar no tengan conocimiento alguno del flamenco. Te ríes de lo patético que resulta.
La segunda película es The Secret of Kells, una joya animada que nos devuelve el encanto de la técnica tradicional para contarnos con una cuidada y sorprendente estética, la historia de un joven monje del siglo IX que conocerá un antiguo libro mágico que está inacabado. Estuvo nominada al Oscar como mejor película de animación y por entonces casi nadie la conocía. Está llena de elementos fantásticos apoyados en la mitología, la religión, la leyenda, la magia, la historia y, sobre todo, en una iconografía excelente usando la perspectiva y geometría tan característica del arte medieval, y tan alejados de los patrones a los que estamos tan acostumbrados, dictados por la Disney o también Miyazaki. La historia es sencilla y bella, muy bella, conmovedora y simple, de gran derroche estético que prevalece sobre la narración pero que nos hace disfrutar de la iluminación de manuscritos irlandeses del siglo IX combinados con la tradición celta y con una acertada banda sonora que hacen que estemos ante una pequeña rareza que no debería escapar a los paladares cinéfilos, y con un mensaje claro para todos: la necesidad de no esconder la belleza, la cultura y el conocimiento sino de difundirlo entre todos para luchar contra el desconocimiento e iluminar las tinieblas.
The Secret ok Kells o cuando más necesidad tenemos de mentes abiertas, de abrir los ojos y de saber compartir.
La tercera película también estuvo nominada al Oscar de animación y a mí me encantó. Se trata de Fantástico Sr Fox, de Wes Anderson, otro cineasta “indie” que ha decidido meter la cabeza de lleno en autores de literatura infantil, pero lo lleva a cabo de una manera nada convencional. En este caso adapta una obra de Roald Dahl, una historia que tiene como protagonista a un pícaro pero civilizado zorro que junto a su familia y amigos lucha contra tres granjeros malvados. Son muchas las cosas que me atraparon y que con el paso de los días permanecen en mi cabeza diciéndome que en sucesivos visionados disfrutaré aún más de ella. El señor Fox se siente un tipo especial y distinto y, al igual que su familia, lo es, pero tanta autoestima acabará convirtiéndose en su principal problema hasta que sea capaz de reconocer a los demás y de buscar el bien común a pesar de sus defectos. Así triunfará. La película está llena de detalles que le dan un toque marcadamente artesanal, y lejos de caer en lo empachoso goza de un aire excéntrico absolutamente encantador mientras nos muestra su preocupación por la familia y esos outsiders que no terminan de saber que sitio ocupar, (todos los personajes están genial) o la delgada línea que separa el orden y el caos. Si todo esto no fuera suficiente la banda sonora es fabulosa repleta de canciones campestres y algún que otro oldie. Por todo ello tampoco creo que sea una película para niños pues se perderan, aunque a los adolescentes seguro que les mola.
Fantástico Sr Fox o por qué he nacido zorro y no otra cosa, o te quiero pero nunca me debí casar contigo.
La cuarta y última película es una pasada, un pelotazo que mi instinto cinéfilo me llevó hasta ella. Se llama Mary & Max y creo que no ha llegado a estrenarse en España si bien se pasó en el Festival Internacional de Imagen Animada de la Comunidad de Madrid, Animadrid. La película es de animación de plastilina y nos cuenta la historia de Max, un estadounidense de 44 años, judío, severamente obeso y con síndrome de Asperger que vive en Nueva York, y Mary, una solitaria niña mofletuda de 8 años que vive en los suburbios de Melbourne, Australia. Ambos mantienen una amistad por correspondencia que se extenderá a lo largo de más de veinte años. Sus creadores describen la película como “inocente pero no naif”, pero no os exagero nada al deciros que la historia toca temas tan diversos como la amistad, el autismo, la taxidermia, la psicología, el alcoholismo, de dónde vienen los bebés, la obesidad, la cleptomanía, las diferencias sexuales, la copulación de perros, las diferencias religiosas, la agorafobia, la incomunicación, la familia y bastante más. Mary & Max es extraordinaria pero sólo para adultos, en muchos momentos realmente divertida pero melancólica y solitaria que duele, es genial, triste, realista, demoledora, de todo menos amable. Os la recomiendo encarecidamente. Jb.