lunes, 18 de octubre de 2010

Y pienso...

Por las tardes, después de la hora y media que trabajamos todos en la casa bebo un vaso de té y dedico un rato largo a quitar de raíz las hierbas que van creciendo entre los cien metros de cemento que hay en el suelo y que es la entrada hacia la puerta de la casa. Lo hago con paciencia, diría con mimo como me decía mi hermana cuando hicimos el Camino de Santiago y me veía curar las heridas. Es verdad, con lo desastroso que soy para muchas cosas, hay otras sin embargo que me salen así, con mimo. A veces pienso su por qué. Quitar las hierbas es parte de mi nueva actitud y me gusta.
En el mes de agosto mi madre y mi hermana vinieron a verme y pasamos juntos tres maravillosas semanas. No he escrito nada sobre ellas y no creo que lo haga excepto lo que diga ahora. No fue simplemente el hecho de lo que hicimos, los cinco días que pasamos en Hyderabad, la capital de Andhra Pradesh, los diez días en el estado de Kerala en nuestras casas de allí, y los cinco días en Eluru donde vivo sino cómo los vivimos y nuestras interminables conversaciones sobre nuestras vidas, y que estoy seguro que de alguna forma nos han hecho conocernos y querernos aún más. Además, allá donde fuéramos nos trataron de manera inmejorable y es algo que siempre estaré agradecido… quizá algún día escriba extensamente sobre estas tres semanas. Después, por razones del visado marché a España con ellas y estuve otras tres semanas en casa con mis padres, mis hermanos y cuñados, amigos y visité lo más que pude nuestras casas de Madrid. También viajé a San Jerónimo y a Novelda. Como es normal y ya habitual en mí no vi a todas las personas que quería pero en esta ocasión quedé muy satisfecho de cómo distribuí los tiempos y los días. Confieso que cada vez me cuesta más todas estas cosas y que la tentación de no complicarme la vida con viajes y visitas es fuerte, si bien siempre quedo contento cuando veo a la gente y compartimos vida.
Gracias a Philomena, una monja que dirige una pequeña organización no gubernamental he conseguido un visado de trabajador por seis meses pues me hizo el favor de contratarme como voluntario. Cuando expire volveré a España con la promesa por parte de la embajada que me dará uno por un año sin tener que salir del país en ningún momento. Aprovecharé para operarme de la hernia inguinal, un par de bodas (ácido y luisma va a ser genial, y mi querida Nur), un bautizo del hijo de Miguel Ángel y Noelia a quienes tanto quiero, y supongo que intentaré acercar La India a nuestras casas. Bueno, ya veremos cómo va transcurriendo la vida.
Por las tardes, después de la hora y media que trabajamos todos en la casa bebo un vaso de té y dedico un rato a quitar de raíz las hierbas mientras pienso.

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