Poco antes de regresar a La India este septiembre, mi padre me dio un libro que Evencio, uno de los curas de la iglesia que está al lado de mi casa y donde siempre he ido y celebro, le había dado para mí. Cuando vi el título me agradó, “Tráfico Sexual, el negocio de la esclavitud moderna”, y decidí traérmelo. De sus casi cuatrocientas páginas las últimas setenta son tablas y estadísticas de todas sus investigaciones. Las otras trescientas describen lo siguiente: “Llevé a cabo más de 150 entrevistas con víctimas del tráfico sexual en burdeles y refugios. También mantuve 120 entrevistas con familias de víctimas, hombres que las habían comprado y trabajadores de ONG y refugios, policías encargados de combatir el tráfico, abogados, el propietario de un burdel y un traficante. Recorrí burdeles, salones de masajes, clubes de sexo para ver cómo funcionaba la industria. Viajé a aldeas y ciudades de las que procedían las víctimas para tratar de comprender las condiciones que dieron lugar a su explotación”. El libro es eso y bastante más, es la historia de diez años de viaje por los rincones más siniestros y depravados del planeta constatando hasta donde es capaz de llegar el ser humano en el trato con los más desfavorecidos, mujeres que presas de la desesperación buscan una salida a sus vidas que les llevará a la esclavitud sexual mientras son brutalmente violadas y obligadas a prostituirse durante sus vidas. Todas tienen miedo, muchas, sobre todo en los países asiáticos creen que así podrán mandar algo de dinero a sus paupérrimas familias. India y Nepal, Italia y Europa Occidental, Moldavia y la antigua Unión Soviética, Albania y los Balcanes, Tailandia y la subregión del Mekong, Estados Unidos y México… países llenos de relatos estremecedores contados por sus víctimas, así como testimonios de personal de centros de acogida, policías que revelan las espantosas condiciones de su explotación. Había pensado en escribir algunos testimonios pero sería muy largo. La editorial es Alianza y su autor es Siddharth Kara que pertenece al consejo de directores de Free the Slaves, una organización dedicada a promover la abolición de la esclavitud en todo el mundo. El libro merece mucho la pena. Es posible que el hecho de estar viviendo en La India me haya hecho acercarme con más sensibilidad y darme cuenta lo alejado que me encontraba. No dramatizo sino que empatizo con su autor, con su impotencia y su desgarro, pero también con su condena y sus propuestas de abolición, con el pequeño grano que significa difundirlo en este blog.
miércoles, 20 de octubre de 2010
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