En los ritos todo ha de seguir un orden y sin variación; así se crea el hábito, se da paso a la tradición, se mantiene la observancia, todo es formal y ceremonioso, litúrgico… solemne. De esta forma comienza “Drive”, con un rito que nos presenta a este mecánico, doblador de escenas de riesgo en coche, y conductor (nocturno) para atracadores por no más de cinco minutos después de perpetrar el hurto. Acto seguido vienen ocho minutos sin palabras absolutamente magistrales donde vemos a alguien que piensa mientras huye, (nada fácil!).
Gosling es un tipo del que sabemos poco, sólo que llegó a L.A hace unos seis años, y sabemos a qué se dedica. Apenas habla, y así evita que se le caiga el palillo de la boca!!! Es imperturbable, callado por opción, alguien que no desea complicarse la vida si se trata de poner al descubierto los sentimientos. Pero entonces la “vecina de al lado” y su hijo se cruzarán en su camino y ya nada será lo mismo. La peli se va llenando de momentos trágicos y violentos (al loro la escena del ascensor), de luz y oscuridad, de tensión y afecto, de mucho afecto. La puesta en escena es simplemente magistral, su ambientación y la atmósfera que crea soberbia, los papeles secundarios están genial, y la música ochentera desbordando teclados y efectos tecnológicos es muy acertada. Carey Mulligan, a la que espero ansioso en “Shame”, está estupenda. Ella ha encontrado en él más corazón que sexo, más afecto que cama. Él ha encontrado en ellos lo mejor que le ha pasado en su vida, y por ello se implica, por esa razón todo su escenario se desmonta.
Al final el rito se mantiene vivo a duras penas, ya que ha sido solapado por una razón por la cual merece la pena vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario