Ya eran pasadas las siete y media de la mañana, hora en que debería empezar la Eucaristía dominical y todavía no había llegado nadie a excepción de un par de personas en el poblado al que durante los tres últimos meses he estado yendo para ayudar al párroco de Vempadu. Mientras hacía tiempo, miraba tras la pequeña ventana a una mujer que vive al lado de la capilla y que es protestante según he sabido. La mujer lavaba afanosamente su ropa como imagino se lleva lavando desde hace décadas, quizá siglos, golpeando contra una gran y lisa roca una especie de falda que las mujeres se ponen debajo del sari. Era de color violeta, y allí estaba yo absorto y pensando que hasta hace cuatro meses lavaba mi ropa a mano. Después cuando termino la celebración vuelvo rápido a casa y recojo a Anand para marcharnos a Katlampudi, el poblado donde celebro desde hace año y nueve meses y todavía sigo siendo feliz. Allí también se puede ver a las mujeres lavar sus ropas en el margen del río en unas aguas sucias y llenas de basura alrededor. Otras tantas mujeres están trabajando en el campo por lo que durante los meses de julio, agosto y parte de septiembre hay muchos domingos que no vienen a la Eucaristía. Ya sabemos que el campo y los animales no saben de fin de semana.
A mediados de agosto once de nuestros religiosos fueron ordenados sacerdotes. Una pasada, aunque tardaremos un tiempo en volver a celebrar más ordenaciones. Uno de ellos ha sido destinado aquí, a Eluru como ayudante del párroco de Vempadu, que también vive en esta casa, por lo que ahora somos cinco en la comunidad, los dos párrocos, Aji y Jojjappa, el padre Thomas Stanley, irlandés septuagenario que hace labores de acompañante espiritual, Sunil y yo. Sólo Sunil yo nos dedicamos a la formación de los catorce escolásticos y nos sobra. La vida ha cambiado bastante, es más tranquila y sosegada a pesar que ahora tenga algo más de trabajo al estar dos, y sin embargo no hay nada como irse encontrando uno feliz y a gusto con la vida que lleva. He empezado a estudiar algo del hindi; mi intención es aprender a leerlo y ya veremos con el tiempo si logro hacer algo más. En breve, de hecho ya debería haberme movido, llamaré a Banergi, el hombre que me ha ayudado a registrarme en la oficina de policía y espero que lo haga también ahora para conseguir la extensión del visado aquí en La India.
Ya dije que he dejado de fumar. Lo siguiente va a ser cortarme el pelo al uno. Será el próximo sábado, ya está decidido. Adiós a veintidós años de pelo largo y medio largo, y que ahora se estaba convirtiendo en cuatro pelos. La India tiene estas cosas pero ahora no me importa. Saludos.
A mediados de agosto once de nuestros religiosos fueron ordenados sacerdotes. Una pasada, aunque tardaremos un tiempo en volver a celebrar más ordenaciones. Uno de ellos ha sido destinado aquí, a Eluru como ayudante del párroco de Vempadu, que también vive en esta casa, por lo que ahora somos cinco en la comunidad, los dos párrocos, Aji y Jojjappa, el padre Thomas Stanley, irlandés septuagenario que hace labores de acompañante espiritual, Sunil y yo. Sólo Sunil yo nos dedicamos a la formación de los catorce escolásticos y nos sobra. La vida ha cambiado bastante, es más tranquila y sosegada a pesar que ahora tenga algo más de trabajo al estar dos, y sin embargo no hay nada como irse encontrando uno feliz y a gusto con la vida que lleva. He empezado a estudiar algo del hindi; mi intención es aprender a leerlo y ya veremos con el tiempo si logro hacer algo más. En breve, de hecho ya debería haberme movido, llamaré a Banergi, el hombre que me ha ayudado a registrarme en la oficina de policía y espero que lo haga también ahora para conseguir la extensión del visado aquí en La India.
Ya dije que he dejado de fumar. Lo siguiente va a ser cortarme el pelo al uno. Será el próximo sábado, ya está decidido. Adiós a veintidós años de pelo largo y medio largo, y que ahora se estaba convirtiendo en cuatro pelos. La India tiene estas cosas pero ahora no me importa. Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario