Desde que empecé a ir a Katlampudi, algo más que un poblado dominical, tres han sido los estudiantes que me han acompañado y que hacen el trabajo más pesado de traducirme y de las homilías. Con los tres he tenido mucha suerte pues son encantadores.
El primero fue Deva; él no es religioso dehoniano pero vivió en nuestra casa durante tres años mientras estudiaba teología pues su congregación estaba naciendo y no tenían sitios propios. Hace una semana apareció por aquí (no lo había vuelto a ver desde que se fue el pasado noviembre) y me dio una inmensa alegría. En un par de meses se ordenará diácono y allá por febrero presbítero. Será en Nueva Delhi y espero ir.
El segundo fue Anil, al que apodé “blacky”. El primer año fui su formador, así es que nos conocíamos bien y nos apreciamos. No es que tuviera muchas dotes para el canto, la catequesis o las homilías, aunque no lo hacía mal, pero siempre tratábamos de hacer lo mejor posible. El año pasado resultó ser duro para él y vivió su particular crisis que le llevó a pedir un año de permiso fuera, mientras trabajaba. A día de hoy mantiene muy buen contacto con nuestras casas y será bastante probable que vuelva. Me alegra un montón. De hecho hace una semana me encontraba en la casa de Nambur sustituyendo al maestro de postulantes durante diez días y Anil se pasó a verme. Charlamos un buen rato y creo que su experiencia de un año fuera trabajando le está viniendo muy bien pues según sus palabras la vida fuera de los muros del convento no es tan llamativa como parece pero tampoco tan dura si uno sólo desea vivir normalito sin grandes pretensiones. Además, ha entendido las muchas posibilidades que uno tiene de hacer diferentes cosas cuando se vive la vida religiosa con normalidad y como consecuencia ha entendido lo mucho que perdemos el tiempo en ocasiones y cómo nos desgastamos en quejas baratas. Por otra parte, no le faltan oportunidades de disfrutar de su escaso tiempo libre y me cuenta sin ahorrarse mucho detalle las enormes diferencias que existen en La India entre los que viven en las ciudades y los que viven en el campo, y como se asemejan mucho las vidas de los jóvenes de occidente y la de muchos indios y también asiáticos que viven en las grandes ciudades.
El tercero es Mariannand o Anan, o potbelly como me gusta llamarle. También fui su formador mi primer año y nuestra relación es excelente. Sus dotes para el canto, la catequesis y dar homilías son magníficas por lo que me siento doblemente afortunado. La pena es que acaba su periplo estudiantil en noviembre y me quedo sin él. Ya lo sabía, así es que trato de que disfrutemos lo más que podamos. Además desde ayer domingo veintiséis de septiembre ya no voy más a celebrar por la mañana temprano a un poblado cerca de nuestra parroquia en Vempadu, debido a la presencia de un nuevo religioso en la comunidad que ha sido ordenado hace mes y medio y que trabaja de ayudante del párroco. Es un tipo estupendo que ha vivido los dos últimos años en Argentina y con el que hablo en castellano para que no pierda lo aprendido. Bueno, a lo que iba, que ahora podemos ir a Katlampudi mucho más pronto y visitar familias, limpiar alrededor de la capilla, ensayo de canto, catequesis y más cosas con todo el tiempo del mundo. El Domingo que viene nos iremos de excursión a un santuario de la virgen que está a una hora y pico en autorickshaw y están todos muy contentos pues lo llevamos preparando ya tiempo y no creáis que es fácil organizar y poner de acuerdo a esta gente. Iremos unos treinta.
El hermano de éste último, Anan, iba a casarse el seis de octubre, pero la boda ha sido pospuesta, de nuevo. Y digo de nuevo porque anteriormente ya se había pospuesto otras dos veces. Cuento esto porque me parece interesante el hecho y las razones, sobre todo las razones. Las dos primeras veces la boda fue pospuesta porque los astros no eran favorables, y esta tercera porque ahora se ha descubierto que la familia de la novia no ha podido reunir todavía el dinero de la dote según su clase social. En esta ocasión el montante llega a dos laks, es decir, unos tres mil euros. Así es que ya veis, pueblos y familias que por tradición o por algún misionero se convirtieron hace ya décadas al cristianismo pero que en momentos clave de la vida siguen también las directrices hindúes no vaya a ser que si ocurre alguna desgracia, la gente comente que no se hicieron bien las cosas…… Lo de la dote es cultural y para mí uno de los más grandes impedimentos de que La India no se desarrolle mejor y por supuesto una de las injusticias más indignantes de este precioso país.
Por cierto, como parece que todavía hay gente que mira el blog a ver si he escrito algo, lo cual es admirable, me fuerza a decir que sí, que me corté el pelo el sábado pasado, no al uno pero bastante. Cosas que pasan. Supongo que ahora tocan años de llevarlo cortito. La vida.
El primero fue Deva; él no es religioso dehoniano pero vivió en nuestra casa durante tres años mientras estudiaba teología pues su congregación estaba naciendo y no tenían sitios propios. Hace una semana apareció por aquí (no lo había vuelto a ver desde que se fue el pasado noviembre) y me dio una inmensa alegría. En un par de meses se ordenará diácono y allá por febrero presbítero. Será en Nueva Delhi y espero ir.
El segundo fue Anil, al que apodé “blacky”. El primer año fui su formador, así es que nos conocíamos bien y nos apreciamos. No es que tuviera muchas dotes para el canto, la catequesis o las homilías, aunque no lo hacía mal, pero siempre tratábamos de hacer lo mejor posible. El año pasado resultó ser duro para él y vivió su particular crisis que le llevó a pedir un año de permiso fuera, mientras trabajaba. A día de hoy mantiene muy buen contacto con nuestras casas y será bastante probable que vuelva. Me alegra un montón. De hecho hace una semana me encontraba en la casa de Nambur sustituyendo al maestro de postulantes durante diez días y Anil se pasó a verme. Charlamos un buen rato y creo que su experiencia de un año fuera trabajando le está viniendo muy bien pues según sus palabras la vida fuera de los muros del convento no es tan llamativa como parece pero tampoco tan dura si uno sólo desea vivir normalito sin grandes pretensiones. Además, ha entendido las muchas posibilidades que uno tiene de hacer diferentes cosas cuando se vive la vida religiosa con normalidad y como consecuencia ha entendido lo mucho que perdemos el tiempo en ocasiones y cómo nos desgastamos en quejas baratas. Por otra parte, no le faltan oportunidades de disfrutar de su escaso tiempo libre y me cuenta sin ahorrarse mucho detalle las enormes diferencias que existen en La India entre los que viven en las ciudades y los que viven en el campo, y como se asemejan mucho las vidas de los jóvenes de occidente y la de muchos indios y también asiáticos que viven en las grandes ciudades.
El tercero es Mariannand o Anan, o potbelly como me gusta llamarle. También fui su formador mi primer año y nuestra relación es excelente. Sus dotes para el canto, la catequesis y dar homilías son magníficas por lo que me siento doblemente afortunado. La pena es que acaba su periplo estudiantil en noviembre y me quedo sin él. Ya lo sabía, así es que trato de que disfrutemos lo más que podamos. Además desde ayer domingo veintiséis de septiembre ya no voy más a celebrar por la mañana temprano a un poblado cerca de nuestra parroquia en Vempadu, debido a la presencia de un nuevo religioso en la comunidad que ha sido ordenado hace mes y medio y que trabaja de ayudante del párroco. Es un tipo estupendo que ha vivido los dos últimos años en Argentina y con el que hablo en castellano para que no pierda lo aprendido. Bueno, a lo que iba, que ahora podemos ir a Katlampudi mucho más pronto y visitar familias, limpiar alrededor de la capilla, ensayo de canto, catequesis y más cosas con todo el tiempo del mundo. El Domingo que viene nos iremos de excursión a un santuario de la virgen que está a una hora y pico en autorickshaw y están todos muy contentos pues lo llevamos preparando ya tiempo y no creáis que es fácil organizar y poner de acuerdo a esta gente. Iremos unos treinta.
El hermano de éste último, Anan, iba a casarse el seis de octubre, pero la boda ha sido pospuesta, de nuevo. Y digo de nuevo porque anteriormente ya se había pospuesto otras dos veces. Cuento esto porque me parece interesante el hecho y las razones, sobre todo las razones. Las dos primeras veces la boda fue pospuesta porque los astros no eran favorables, y esta tercera porque ahora se ha descubierto que la familia de la novia no ha podido reunir todavía el dinero de la dote según su clase social. En esta ocasión el montante llega a dos laks, es decir, unos tres mil euros. Así es que ya veis, pueblos y familias que por tradición o por algún misionero se convirtieron hace ya décadas al cristianismo pero que en momentos clave de la vida siguen también las directrices hindúes no vaya a ser que si ocurre alguna desgracia, la gente comente que no se hicieron bien las cosas…… Lo de la dote es cultural y para mí uno de los más grandes impedimentos de que La India no se desarrolle mejor y por supuesto una de las injusticias más indignantes de este precioso país.
Por cierto, como parece que todavía hay gente que mira el blog a ver si he escrito algo, lo cual es admirable, me fuerza a decir que sí, que me corté el pelo el sábado pasado, no al uno pero bastante. Cosas que pasan. Supongo que ahora tocan años de llevarlo cortito. La vida.