Una característica de la civilización india es el ser capaz de permitir a elementos contradictorios coexistir en paz. Cualquier cosa que se diga de La India es en parte falsa, pues su contrario también es cierto y la verdad es que se puede constatar continuamente. Y poco a poco descubro que esta idea es también una particularidad de la filosofía india que considera una multiplicidad de puntos de vista con realidades parciales y válidas sólo desde cada uno de ellos.
Así, uno puede caminar por La India y afirmar sin riesgo a equivocarse que se encuentra en uno de los países más sucios del mundo donde toneladas de basura y desperdicios son tirados en las calles sin el menor problema a diario por una población que suele cuidar con mimo y limpiar con detalle sus casas mientras a su alrededor les come la basura que ellos mismos se han encargado de esparcir. Y curiosamente uno de los aspectos que yo más valoro y que me encanta de la filosofía hindú, y que la religión cristiana ha asimilado sin problema es la contemplación y el respeto hacia la naturaleza, los animales y la creación, y sin embargo si nos dejáramos llevar por la primera impresión diremos taxativamente que no hay nada mas lejos de la realidad, pero si sentimos curiosidad por aprender y no nos lanzamos a juicios severos y rápidos constataremos la verdad de estos elementos contradictorios viviendo en paz. Yo reconozco que hubo un corto tiempo que me dejé llevar aportando mi granito de basura a la tierra pero en general vivo con mi propia contradicción donde mi cuarto es un basurero y fuera de él me esfuerzo por ser limpio, bastante limpio.
Pues todo esto pensaba después de ver con inmenso placer de nuevo esa maravilla de Pixar llamada WALL.E ( a Waste Allocation Load Lifter, Earth class ), el robot que fue olvidado de desconectar y que setecientos años después que los humanos abandonaran la Tierra debido a que la basura y desperdicios que generaron les hizo imposible seguir viviendo en ella yéndose a vivir a esa futurística Arca de Noe, continúa apilando montañas de basura reciclada mientras convive con su indestructible cucaracha.
El resto de la película es de sobra conocido, la llegada de EVE (an Extraterrestrial Vegetation Evaluator), el encuentro entre los dos, el regalo de la planta, el viaje a Axiom, el encuentro con los humanos y las máquinas, … y la vuelta a la Tierra.
Delicioso, pero merece la pena que nos paremos a evaluar unos cuantos ingredientes que se desprenden de esta belleza y que muestran la cara mas fea y peligrosa de la humanidad. Lo primero que me viene a la cabeza es esa nave repleta de seres obesos en clara comparación con el estilo de vida americano y occidental, creo que deliberadamente exagerado, donde los robots y la tecnología parecen estar al servicio de los humanos pero que en realidad son ellos los esclavos y dirigidos. La vida a bordo se ha deteriorado hasta tal punto que no hay rastro de algún signo cultural, de autonomía o algo que implique a la comunidad. Y sin embargo WALL.E no desea otra cosa que tocar la mano de EVE e imitar el baile de su número musical preferido Hello Dolly! , y EVE lucha desesperadamente por proteger a WALL.E de los demás robots. Quiénes son los humanos aquí?
Lo segundo es que la presencia de WALL.E va despertando las conciencias dormidas y abandonadas de los humanos recordándoles lo que un día fueron, pero la única forma de vencer y superar tanto consumismo y la avaricia del bienestar pasa obligatoriamente por tomar la dirección de la nave y su control, es decir, por el autodominio y la toma de decisiones personales en nuestra vida, por volver a reconocerse como ser humano y recuperar la humanidad perdida, por la no dependencia de las máquinas y su esclavitud, por la lucha contra esa falsa utopía que es hacer de los avances técnicos e informáticos la manifestación y el fin ultimo de la humanidad, y no en las complejas pero fundamentales relaciones sociales, de pareja, comunitarias, áreas donde nos jugamos lo que somos y no lo que hacemos, en el cuidado de nuestras vidas, de las cosas y en general del medio ambiente y la naturaleza donde nos sostenemos.
Lo tercero es que WALL.E representa la esperanza perdida: una esperanza que se enfrenta a lo que parece ser una insuperable montaña de caos y destrucción provocada por el descontrol humano y su abuso de la Tierra, la esperanza de alguien que marca la diferencia, que encuentra un modo bello de vivir, la esperanza que nos habla que a pesar de lo expuestos que estamos a los efectos mortales del consumismo, la glotonería y la avaricia se puede trabajar y vivir en este mundo hacia un modo de vida que apoye y recree la Tierra en vez de destruirla.
Para mi es especialmente sorprendente constatar como una película de animación, o lo que siempre hemos llamado dibujos animados, pueda decir tanto y sobre todo en sus primeros cuarenta maravillosos minutos donde sólo se escuchan, varias veces, dos palabras y nada más. Y dice tanto y provoca tanto de una manera divertida, sana, comprensible que nos hace pensar y reflexionar sobre qué estamos haciendo con nuestras vidas y con el planeta Tierra. Si hay hoy una historia moral que merezca ser escuchada sin duda es ésta. Y me parece difícil creer que pueda haber alguien en este mundo que no se sintiera tocado por esta película en la que no se necesitan palabras para contar una historia universal sobre un problema universal, del cual todos somos responsables y nos afecta. Yo, por mi parte, se la pienso enchufar a los de primero de teología, a ver si por un casual les revuelve un poquito y queda sembrada una semilla.
WALL.E, una historia conmovedora con valores tan importantes entre tanta basura y desperdicios.
Así, uno puede caminar por La India y afirmar sin riesgo a equivocarse que se encuentra en uno de los países más sucios del mundo donde toneladas de basura y desperdicios son tirados en las calles sin el menor problema a diario por una población que suele cuidar con mimo y limpiar con detalle sus casas mientras a su alrededor les come la basura que ellos mismos se han encargado de esparcir. Y curiosamente uno de los aspectos que yo más valoro y que me encanta de la filosofía hindú, y que la religión cristiana ha asimilado sin problema es la contemplación y el respeto hacia la naturaleza, los animales y la creación, y sin embargo si nos dejáramos llevar por la primera impresión diremos taxativamente que no hay nada mas lejos de la realidad, pero si sentimos curiosidad por aprender y no nos lanzamos a juicios severos y rápidos constataremos la verdad de estos elementos contradictorios viviendo en paz. Yo reconozco que hubo un corto tiempo que me dejé llevar aportando mi granito de basura a la tierra pero en general vivo con mi propia contradicción donde mi cuarto es un basurero y fuera de él me esfuerzo por ser limpio, bastante limpio.
Pues todo esto pensaba después de ver con inmenso placer de nuevo esa maravilla de Pixar llamada WALL.E ( a Waste Allocation Load Lifter, Earth class ), el robot que fue olvidado de desconectar y que setecientos años después que los humanos abandonaran la Tierra debido a que la basura y desperdicios que generaron les hizo imposible seguir viviendo en ella yéndose a vivir a esa futurística Arca de Noe, continúa apilando montañas de basura reciclada mientras convive con su indestructible cucaracha.
El resto de la película es de sobra conocido, la llegada de EVE (an Extraterrestrial Vegetation Evaluator), el encuentro entre los dos, el regalo de la planta, el viaje a Axiom, el encuentro con los humanos y las máquinas, … y la vuelta a la Tierra.
Delicioso, pero merece la pena que nos paremos a evaluar unos cuantos ingredientes que se desprenden de esta belleza y que muestran la cara mas fea y peligrosa de la humanidad. Lo primero que me viene a la cabeza es esa nave repleta de seres obesos en clara comparación con el estilo de vida americano y occidental, creo que deliberadamente exagerado, donde los robots y la tecnología parecen estar al servicio de los humanos pero que en realidad son ellos los esclavos y dirigidos. La vida a bordo se ha deteriorado hasta tal punto que no hay rastro de algún signo cultural, de autonomía o algo que implique a la comunidad. Y sin embargo WALL.E no desea otra cosa que tocar la mano de EVE e imitar el baile de su número musical preferido Hello Dolly! , y EVE lucha desesperadamente por proteger a WALL.E de los demás robots. Quiénes son los humanos aquí?
Lo segundo es que la presencia de WALL.E va despertando las conciencias dormidas y abandonadas de los humanos recordándoles lo que un día fueron, pero la única forma de vencer y superar tanto consumismo y la avaricia del bienestar pasa obligatoriamente por tomar la dirección de la nave y su control, es decir, por el autodominio y la toma de decisiones personales en nuestra vida, por volver a reconocerse como ser humano y recuperar la humanidad perdida, por la no dependencia de las máquinas y su esclavitud, por la lucha contra esa falsa utopía que es hacer de los avances técnicos e informáticos la manifestación y el fin ultimo de la humanidad, y no en las complejas pero fundamentales relaciones sociales, de pareja, comunitarias, áreas donde nos jugamos lo que somos y no lo que hacemos, en el cuidado de nuestras vidas, de las cosas y en general del medio ambiente y la naturaleza donde nos sostenemos.
Lo tercero es que WALL.E representa la esperanza perdida: una esperanza que se enfrenta a lo que parece ser una insuperable montaña de caos y destrucción provocada por el descontrol humano y su abuso de la Tierra, la esperanza de alguien que marca la diferencia, que encuentra un modo bello de vivir, la esperanza que nos habla que a pesar de lo expuestos que estamos a los efectos mortales del consumismo, la glotonería y la avaricia se puede trabajar y vivir en este mundo hacia un modo de vida que apoye y recree la Tierra en vez de destruirla.
Para mi es especialmente sorprendente constatar como una película de animación, o lo que siempre hemos llamado dibujos animados, pueda decir tanto y sobre todo en sus primeros cuarenta maravillosos minutos donde sólo se escuchan, varias veces, dos palabras y nada más. Y dice tanto y provoca tanto de una manera divertida, sana, comprensible que nos hace pensar y reflexionar sobre qué estamos haciendo con nuestras vidas y con el planeta Tierra. Si hay hoy una historia moral que merezca ser escuchada sin duda es ésta. Y me parece difícil creer que pueda haber alguien en este mundo que no se sintiera tocado por esta película en la que no se necesitan palabras para contar una historia universal sobre un problema universal, del cual todos somos responsables y nos afecta. Yo, por mi parte, se la pienso enchufar a los de primero de teología, a ver si por un casual les revuelve un poquito y queda sembrada una semilla.
WALL.E, una historia conmovedora con valores tan importantes entre tanta basura y desperdicios.
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