lunes, 26 de julio de 2010

LA FAMILIA SAVAGES EN LA INDIA

Uno puede pensar que no hay mucho por lo que reír o sonreír en esta película llena de situaciones embarazosas, dolor, revuelto de estómago y humor negro. Sin embargo, recuerdo que la vi junto a javito luengo y en más de una ocasión sonreímos. Eso sí, eran sonrisas de dolor que rezumaban algún principio de lágrima pues los fracasos de estos dos hermanos y sus sombrías vidas junto al tema de la senilidad, el trastorno, la incontinencia o la muerte no es todo lo que hay en la película.
Cuando regresé de Indonesia pasé un día en la ciudad de Chenai antes de volver a Eluru, en una parroquia junto a la que, para mi asombro, había un convento de monjas llevando una residencia de ancianos. En La India el concepto de familia es tan fuerte que me parecía impensable un lugar como éste, pero en las grandes ciudades ( Chenai tendrá unos seis millones de personas ) los cambios hacia una sociedad mas del estilo occidental son absolutamente palpables, por lo que los problemas que se presentan en la película se van tejiendo en el horizonte de forma uniforme en el común de los mortales, y surge irremediablemente en la conciencia la inquietante pregunta: cómo hacer frente a tal situación? La respuesta de los dos hermanos no me parece tanto que sea un listado de cómo no hay que hacerlo como lo que no hay que hacer ni sobre todo ser cuando tienes que hacerlo. Y si de ser hablamos ninguno de los tres personajes de la familia Savages nos ayudan a sentir algo de simpatía por ellos. El padre es poco atractivo, y Wendy y John son dos esforzados intelectuales pero de vidas vacías y desarrapadas, muy atareados como para querer tener algo de contacto entre ellos y menos aún con su padre, encerrado uno en su docencia como maestro o lidiando con una relación adúltera la otra. Por fortuna para ellos, el hecho inevitable de hacerse cargo de su padre les ofrecerá a los dos la oportunidad de una redención temporal.
Y dicho esto me pregunto qué mensaje cristiano nos ofrece La familia Savages pues Jesucristo no es mencionado a excepción de un juramento. Cristo nos enseñó que el amor (hacer lo mejor para el otro) es su esencia, su manera de definirse, y que si tú das la vida por otro estás alcanzando el amor perfecto. Wendy and Jon movidos por el sentido del deber y sus infinitos complejos de culpa se encontrarán con la posibilidad de dirigir sus vidas hacia este genuino amor.
La familia Savages o, mejor dicho, La familia de los Salvajes, traducción literal y que con cierto sabor amargo tan bien se adecua como fiel descripción a los hechos, a estos dos alumnos depravados de la sociedad moderna. Ingenioso y poco prometedor. Quiero pensar que si todo esto ocurriese en una familia cristiana (como seguro ocurre), no sufrirían menos, pero al menos espero que no estuviera sometida al vacuo bombardeo de lo incomprensible y de lo inútil de las afrentas y las pérdidas. Este bombardeo y sus afrentas dotan a la película de cierto humor y de mucho dolor, que en una familia cristiana debería ser transformado en algo de nobleza religiosa y no en degradación o incoherencia.
Lo dicho, sonrisas, horror, entendimiento, también ternura y sabiduría en La familia Savages.
JB.

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