17.04.11 Quedamos todos para desayunar pronto. La noche ha sido fresca y tranquila aunque la Mari en su infinito patosismo se ha caído de la cama mientras daba voces. Salimos juntos después del desayuno. Hoy de Sarria a Portomarín; es un día precioso y el Camino es muy lindo, el más bonito para mí. Pronto empiezo a andar con Deo: surrealismo delirante. De repente se pilla un rebote del quince con un par de tíos que parecen ir más de paseo que otra cosa y que les llama “el negrito y el otro”; les adelanta y se fuma un cigarro delante mientras les echa el humo. Increíble. Yo ando bien. Nos paramos para la cañita de rigor y al rato aparece la Mari. Dani está jodido, por lo que el padre se queda y nos largamos Mari y yo. Al poco encontramos a Antonio y Carlos, el corredor conquense. Me marcho con él y llegamos a Portomarín hablando. Me encanta Portomarín. Son las doce y media; unas latas de cerveza hasta que abran. Dormimos los cuatro más o menos juntos en literas; el resto no llegan a ese dormitorio enorme o se van a pensiones, pero pronto nos juntamos en los bares de los soportales y empiezan a caer cervezas, una cuantas. Hablo con los alemanes. Después nos vamos al supermercado porque Antonio nos cocinará macarrones por la tarde. Hago masaje en los pies a la alemana que habla un perfecto español. Luego leo un poco, algo de sol y lavamos la ropa. Más tarde volvemos a juntarnos con todos y caen más cervezas hasta que llega la hora de cenar. Es entonces cuando La Mari monta el pollo con la gente del albergue y nos revoluciona a todos con sus juegos y cánticos. Absolutamente maravillosa….
18.04.11 De Portomarín a Palas. Amaneció abierto, prácticamente soleado. Mi recuerdo es que esta etapa la anduvimos juntos todo el camino, cosa que no es nada fácil. Sacábamos fotos y se hablaba mucho. Recuerdo un minúsculo cementerio que tenía un árbol lleno de flores, precioso y que nos impresionó. La etapa fue tranquila y afable; al final nos llovió un rato pero poco. Llegando a Palas no nos detuvimos en el albergue situado a la entrada del pueblo (pabellón de deportes, cafetería..) sino que seguimos hasta el municipal. Allí ya estaba nuestro querido Antonio, esperándonos. Las hospederas no eran especialmente simpáticas pero bueno. La habitación daba a la plaza principal y dormimos con el grupo de catalanes. Agradable. Por fin depuse mi actitud en el baño y nos fuimos a comer a “Terra Nostra”. Al igual que me ocurrió en el Cebreiro y a pesar de tantos años pasados (recuerdo que los últimos años anduve el camino del Norte) la mujer me recordó y fue un momento lindo, además que comimos maravillosamente, como siempre. Después dimos un paseo y Antonio se fue a descansar pues ya está mayor; sentados en la plaza con “zanahoria” y demás conocidos pasamos un rato muy agradable. Llegó Antonio y se puso muy feliz al ver que en la plaza encontramos un lugar donde había “cruzcampo”, su cerveza andaluza, y lo celebramos. De repente y poco a poco la plaza se fue llenando de peregrinos que sentados juntos hablamos y compartimos vida. Un pasote. Antonio y yo nos fuimos a Misa de ocho y compartimos la fe con otros peregrinos. Después recuerdo que empezó a diluviar y no tuvimos tiempo para mucho más que una frugal cena y a descansar.
19.04.11 De Palas a Melide. La etapa es corta aunque ha salido el día muy lluvioso. Desayunamos muchos al lado del albergue. Nuestro querido Antonio ya había salido hacía un rato pues él siempre sigue su ritmo para poder llegar sano y alegre a Santiago. Salimos juntos un buen grupo bajo una copiosa lluvia. Atrás han quedado los primeros días de andar solo y embebido en mis pensamientos. Como imaginaba, el paso de los días y el contacto con la gente provoca nuevos enfoques y distintas perspectivas. La vida se comparte y suena estupenda su sinfonía… paramos a ver una pequeña capilla, preciosa. La lluvia es fina y constante pero llegamos pronto a Melide y al encontrarnos con Antonio nos tomamos un café y elegimos el sitio para venir luego a zamparnos el famoso pulpo de Melide, una ciudad grande con una parte antigua que tiene su encanto. Esperamos un largo rato para poder entrar en el municipal pero al final conseguimos estar cerca unos de otros. Nos vamos a comer pulpo con una pareja mayor donde ella con una enfermedad de cáncer que empezaba a superar venía a dar gracias y coger fuerzas… Luego los tres, Antonio, Mari y yo nos vamos a comer un helado a pesar de la lluvia. Antonio descansa y yo acabo hablando un largo rato con el australiano, con el que quedo para andar al día siguiente y escuchar su vida y compartir las nuestras.. Bajo la intensa lluvia marcho después con el coreano y Mari a la Eucaristía. Cena sencilla y a dormir…pero hoy una mujer como nunca había escuchado en mi vida ronca de tal forma que apenas pude dormir. Alucinante.
20.04.11 De Melide a S. Irenea y mis amigos. Amaneció totalmente encapotado y de nuevo con lluvia. Como habíamos quedado el australiano y yo para andar, primero nos apretamos un lindo desayuno. Antonio ya había salido. A veces la lluvia era tenaz y se hacía difícil el andar y charlar a la vez pero caminamos juntos unas horas y descubrí a un hombre queriéndose reconciliar con sus seres queridos y consigo mismo después de una vida abrupta y llena de decisiones no muy acertadas, como él decía. En Arzua nos dejamos a nuestro aire y Simon el coreano, la Mari y yo nos juntamos a seguir caminando.
Simon es un tipo estupendo con una vida muy curiosa. Perteneciente a una familia cristiana de buena salud económica había decidido a sus treinta y dos años ser sacerdote, pero me dijo que la edad fue un escollo insalvable para que le permitieran estudiar y ordenarse. El caso es que al no poder realizar lo que deseaba, su familia le da dinero para recorrer durante un año entero Asia y Europa empezando su tour en Rusia en el mes de diciembre! Yo le conocí en abril y hace un par de semanas (finales de octubre) llegó a La India, pero al norte y no hemos podido vernos. Su experiencia por esta tierra no ha sido muy agradable. A final de año pisará su casa coreana. ¡Bendito Simon!
La vida de Mari también merece la pena ser contada aquí en un par de brochazos. Mujer con muchas inquietudes y con necesidad de encontrar sitio y gente donde celebrar la fe decide al término de su carrera irse dos años a Irlanda y de allí a Sudamérica en busca de su mejor sitio en el mundo. La tengo mucho cariño pues es de las pocas mujeres que me hace reir.
El tercero de quien quiero hablar es de Antonio, el sevillano. A sus cincuenta y cinco tacos andaba la parte del Camino que no pudo recorrer años atrás al tener que volver a Sevilla por historias familiares. Desde entonces no se afeitó y parecía un bondadoso ermitaño, sencillo y solitario. Más tarde tuve el placer de conocer a su mujer e hija. Grande Antonio.
San Irenea es un pequeño albergue enclavado en medio de ningún sitio y lindo, muy lindo. Siguió lloviendo lo que quiso hasta el final del día pero no fue impedimento para pasar otra tarde extraordinaria de paseo, encuentros, iglesias y comida gallega.
21.04.11 Hacia el Monte del Gozo. (Jueves Santo). La noche en el albergue ha sido delirante. El madrí y el barsa volvían a jugar y buena parte de la peña, aunque llovía, se ha ido a ver el partido y tomarse unos refrescos. Desde Melide los caminos del norte, el francés y los del sur se hacen uno por lo que la afluencia de peregrinos es mayor, y a pesar que el albergue está en medio de nada se había llenado pronto. Algunos de los que fueron a ver el partido volvieron con un pedal inmenso, especialmente dos chicas gallegas! Gritos, cánticos y vomitonas… Una pareja de extranjeros ya con cierta edad se quejaba con toda la razón. Mi querido Antonio es un tronco y dormía plácidamente a pesar del follón. Mari, Simon y yo dormimos a ratos. Nos pusimos a andar en dirección al Monte del Gozo: Hoy Antonio ha hecho el camino con nosotros pues queríamos llegar los tres a la vez al monte. Nuestra idea es pasar aquí la noche y mañana pronto disfrutar del día en Santiago. Antes de los últimos kms nos paramos a comer algo. Estamos serenos y contentos. Cuando llegamos los tres al Gozo nos juntamos con el resto de amigos; momento estupendo de encuentro, fotos y despedidas ya que buena parte de ellos decide continuar hasta Santiago y regresar a sus casas mañana. Simon, Antonio, Mari y yo nos quedamos a disfrutar. Ducha caliente, paseo y una cervecita reparadora. Bueno, fueron dos porque llovía mucho y tuvimos que esperar. Por entonces ya habíamos conocido a un grupo de jóvenes que venían de Alcalá de Henares, salesianos, y que venían con un cura joven y encantador de organizador, y a sus padres de cocinera y logística. La Mari rápidamente se presentó y en nada de tiempo la madre y cocinera nos obsequió con un cocido que todavía al recordarlo lloro. Después celebramos horas más tarde el jueves santo en una de las habitaciones. Seríamos unos veintitantos; fue maravilloso, genial, diferente y único. Un regalo compartido.
22.04.11. SANTIAGO. Viernes Santo. Último día. Salimos del Monte de Gozo los tres pues Simon quería ir a su bola. El día es lluvioso de nuevo, muy lluvioso. No importa. Nos ponemos a caminar después de despedirnos del grupo de Alcalá. Nos recorre un sentimiento de felicidad, de paz, de nervios. La Mari no tiene prisa por quedar con su chico que le está esperando, ya que quiere que entremos los tres juntos al Obradoiro y sentir el pálpito de un momento único, de nuevo único a pesar de las veces, diferente. La plaza se abre inmensa ante nosotros y nos abrazamos. Después Compostelana y a disfrutar de la Catedral, casi un par de horas que parecen minutos. Le doy gracias por todo el Camino, por mi vida y por los amigos y mi familia. Cuantos años esperando andar El Camino solo y con la gente que me encontrara. Lo repetiré. Es el momento de desayunar bien y nos vamos a ver a mi amigo Agustín, a “Paradise”. Me reconoce y nos abrazamos. Es un momento maravilloso, de lágrima y de felicidad. Empanada, tortilla, vino blanco. Nos separamos después, pues Mari va al encuentro de su chico y Antonio y yo buscamos un sitio para él. Yo regreso a Madrid esta noche. Logramos una cama en el Seminario Menor para Antonio y bajo la continua lluvia regresamos a Paradise pues hemos quedado todos allí para comer. Disfrutamos un montón y al término nos vamos a mi tienda favorita: camiseta, pendientes, recuerdos de Santiago. Ante la insistencia de mis amigos intento que me dejen celebrar el viernes santo vestido de sacerdote junto al obispo. Lo logré de casualidad pues ahora están estrictos y yo no tenía ningún carnet de presbítero. La celebración fue lo que necesitaba para terminar una semana diferente, algo que permanecerá latente como claridad en la sombra. Era viernes santo y allí estaba yo, en el Obradoiro tras una semana de encuentro con mis oscuridades y mis ganas de ser luz. Al término de la celebración nos recorrió un sentimiento de felicidad y tristeza. Había que decirse adiós y lo hicimos tomándonos el penúltimo refresco. Poco más tarde me encontraba andando hacia la estación de autobuses con un poco de tristeza pero con inmensa alegría y felicidad de la semana vivida y de la gente conocida, mucha, sobre todo de mis nuevos amigos Antonio y Mari.
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