martes, 22 de noviembre de 2011

Mi Camino de Santiago, Abril 2011, (primera parte)

Que el camino salga a tu encuentro,

Que el viento sople siempre a tus espaldas,

Que el sol brille cálido sobre tu cara,

Que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos

Y, hasta que nos volvamos a encontrar,

que Dios te lleve en la palma de su mano.

                                                                                                             Bendición irlandesa, Camino 2011

El otro día nuestra querida Carmenma nos mandó a unos cuantos su experiencia del Camino de Santiago vivida el pasado verano y la comparaba con el camino hecho hace seis o siete años. Me encantó y emocionó. No pude evitar que mi mente viajara al pasado Abril cuando anduve El Camino durante ocho días. Entonces tomé notas durante los tres o cuatro primeros días hasta que dejé de tener tiempo largo para estar solo, o no quise tenerlo. He intentado recuperar algo de lo hecho y pensado con mi memoria de “calamar”. Son cosas simples, apenas hay reflexiones de gran calado y os podrá sonar casi hasta mera narración, pero para mí fue estupendo y así quise vivirlo. No había pensado en compartirlo pero al leer a Carmenma me dije que quizá consiga que algún amante del Camino esboce una sonrisa o pueda disfrutar su lectura por muy llana que parezca. Ahí va, a los amigos que caminamos juntos y a quien quiera caminar. “En la palma de su mano….”

13.04.11 Hoy empiezo El Camino. A las nueve y media me subo al autobús en Madrid y son las tres cuando llego a Ponferrada. Decido ponerme en camino hacia Villafranca. Ponferrada no es bonita y la salida del Camino es un horror; como recordaba, un polígono con bares y casa nuevas. Son unos cuatro o cinco kilómetros donde mis pies luchan con las botas, mi entrepierna (ingles) no sé cómo responderá, y me asalta la duda sobre la razón de mi  Camino, de las posibilidades de éxito y disfrute, si seré capaz. Son momentos duros, de inicio y tanteo, de mis demonios y mi buen espíritu. Al dejar Camponaraya recuerdo la subida pronunciada y al final el puentecito que cruza la autovía, y entonces los viñedos se abren ante mí provocando regocijo y tranquilidad, me siento bien; la tierra me ayuda y mis sensaciones cambian; llego a Cacabelos y disfruto de un vino con empanada en lo que antes era Prada a tope y ahora es una posada del Camino; me quedan algo más de ocho kilómetros. Cacabelos es precioso, con una calle principal que invita al deleite; hago unas fotos de iglesias y salgo del pueblo. Ahora toca una cuesta que los del pueblo llaman “matahombres” y va al margen de la carretera; es peligrosa y dura. Tras varios kilómetros nos echa a la derecha y de allí entre viñedos a un pueblo donde me dicen que quedan cuatro Kms. Se me hacen largos, ya voy cansado para el primer día pero estoy a gusto  y me siento muy bien. Al andar por la tarde no he visto a casi nadie. Por fin llego, son las siete de la tarde y he andado unas cuatro horas. Mis pies así-así pero enteros. En el albergue la mujer que atiende es maravillosa. Ahora vale seis euros. Bien. Me ducho con agua caliente y fría. Voy al pueblo: fotos de las iglesias, la Colegiata, paseo y caña. Me compro un par de tomates. El albergue es bonito, hay franceses, una coreana, alemanes, canadienses, polacos… hasta treinta y tantos en un miércoles. Después hablo un rato con la hospedera (Lola), que sigue igual de encantadora. Son casi las diez y creo que me voy a ir a la cama bien pronto pero alargo mi conversación con Lola hasta casi las once. Muy interesante, es bióloga y con más de treinta años practicando con medicina y plantas naturales. Sólo con lo que ha contado ya merece la pena haber hecho el viaje. Voy a dormir con los franceses y un australiano que ronca endemoniadamente…

14.04.11 Me levanto a las siete después de haberme despertado varias veces. Me encuentro bien. Hace frío por lo que me pongo la chaqueta. Después de un café y magdalena me pongo a andar. Hoy El Cebreiro. El comienzo son unos trece kms que se anda paralelo a la carretera. No hay gran misterio. Ayer éramos al final unos 35 en el albergue, pero había bastantes más en otro albergue que valía ocho euros y ofrecía más cosas. Aún así, no encuentro a mucha gente. A varios les paso y alguno me pasa; yo sigo a mi ritmo con mis pensamientos, dejándome llevar, conviviendo de nuevo con mis miedos del Camino y siendo capaz de disfrutar del sendero. Hoy son 30 kms y la subida al cebreiro no la recuerdo bien. Tampoco he cagado todavía. Veremos. Saco algunas fotos de ríos, paisajes e iglesias. Sólo paro un rato en Vega de Valcarce antes de la subida final. Sobre mis pies, hernias y entrepiernas voy teniendo distintas sensaciones pero que normalmente me dejan dedicarme a mis pensamientos. El día es caluroso, no mucho, pero al final sólo queda la camiseta. Los últimos cuatro kms se hacen interminables. Llego un poco más tarde de las dos y media, ducha, hablo con la hospedera y como donde siempre he comido cada vez que he venido (Maite). Mi primer caldo gallego, absolutamente divino. Vuelvo y hablo un poco con algunos compañeros de camino; luego leo El Médico durante una hora. La misa es a las siete así es que me voy a dar un paseo antes. Leo la lectura en la Eucaristía. Al término voy de nuevo donde Maite y me tomo una cañas mientras juego con su hija Patricia… ahora quizá lea un poco, pero hoy necesito irme a la cama antes que ayer. Mañana será más llevadero, a Triacastela. Soy feliz. No hago por relacionarme, voy solo. Aún así siempre hay gente a quien hablar y saludar, pero de momento, lo justo.

  15.04.11 Dormimos todos juntos y cantidad de peña ronca. A las seis y poco muchos están en danza; me levanto pronto y a las siete y media salgo; el día es precioso; coincido con algunos pero voy solo hasta el alto del Pollo; vaya cuesta! Allí café y magdalena. Al salir ando un buen rato con Esther, valenciana que vive en Menorca; es enfermera; cañera; después de una media hora sigo a mi ritmo porque he sentido que algo pasa en el pie derecho, un dedo. La bajada a Triacastela es una putada. Llego a las doce. Está cerrado, por lo que hasta la una hablo con unos coleguillas de Santiago que están haciendo un trabajo de campo y luego me tomo una caña con la pareja que coincidí al principio de la subida al Cebreiro. A la una regreso y desde entonces paso buena parte del día con Antonio, el sevillano, un hombre de cincuenta y cuatro años, muy majo; comemos juntos un homenaje de caldo gallego y pulpo a feira. Ya por la tarde leo mi libro de El Médico y después marcho al pueblo. A las siete celebramos la Eucaristía con Agustín; fantástica; alrededor del altar; traduje; todo en un ambiente delicioso. Después un par de cañas con Antonio, la chica tinerfeña, el australiano y el coreano. Regresamos al albergue y charlamos con los que han venido en bici. Me curo la uña que la perderé. Dormimos cuatro. Otro gran día.

16.04.11 Antonio el sevillano se ha levantado pronto como acostumbra. Antes de las siete ya se encontraba andando y yo empezaba a despertar. Mi saco es de verano y la noche ha sido fresca. He vuelto a despertarme varias veces, supongo que por los ronquidos o que sentí frío. Le di una patada a los hierros de la cama con la uña mala y he visto las estrellas. He comido el kiwi y me he protegido el dedo con una funda. Veremos.  A las ocho me tomo un café y las magdalenas. Sigo sin cagar después de tres días y también sin fumar. No sé que es peor. Camino solo y decido ir por San Xil que me pareció más bonito. Al poco me encuentro con la Canaria y los dos madrileños, padre e hijo, compañeros de posada de la canaria. Hablo un poco con ella y con el hijo sobre India, pero pronto se engancha el padre y nos vamos los dos. Al principio hablo yo pero no mucho. Es un tipo curioso, de Carabanchel que ahora vive en Móstoles, un currante algo cansado de la vida pero que disfruta de sus amigos y su tiempo los fines de semana: Viaja con su hijo, y su mujer les ha animado a los dos a hacer el Camino. Vamos juntos hasta casi Sarria, pero se para a esperar a su hijo y a la Canaria para decidir dónde dormirán. Yo, al municipal, como siempre que puedo. Llego a Sarria. La conversación con Deogracias resuena y espero verles de nuevo, pero quién sabe. He llegado antes de la una y me estoy tomando un par de cañas antes de que abran por lo que aprovecho para ir escribiendo. Luego sigo……. Retomo lo escrito un día y medio más tarde. Las cosas han ido cambiando. Entré en el municipal, saludé y ayudé a los franceses. Estoy solo en la esquina de la habitación. Llegó Mari. Deo y Daniel se fueron a una pensión, y Antonio que había llegado un poco antes que yo se ha largado a otra pensión. No importa, es el Camino y me gusta. Aún así nos juntamos muchos en cuanto podemos: los sevillanos, argentinos, valencianos… poco a poco mis días de soledad y tranquilidad dan paso a una relación afable, a veces juguetona. Me gusta. Quedamos sin cita en el bar y allí caen unas cervezas con Antonio, Dani y compañía. Al final Antonio marcha a la siesta. La Mari y yo paseamos por Sarria, primero al lado de la Iglesia donde nos sentamos y charlamos un buen rato; después con la señora a quien acompañamos hasta el Mercadona, para acabar yendo a la farmacia. Divertido. Más tarde vamos a La Eucaristía con el coreano, y allí conozco a la argentina-zanahoria. Nos juntamos a tomarnos una cerveza y acabamos siendo bastantes. Es sábado y juegan el madri y el barsa; me da igual. Cierra a las diez y ni me preocupa. Después de un caldo gallego y vino blanco me voy al albergue. Acabo rajando con La Mari, bajito, antes de irnos a la cama. 

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