Sí, ya sé que todavía queda un mundo para la boda pero no puedo vencer la tentación de escribir unas líneas sobre una película que ha marcado nuestra relación desde que nos conocimos, y es así porque nos ha acompañado a lo largo de estos años quizá significando lo extraña y surrealista de nuestra amistad.
A veces y sólo por incordiar le digo a Rosario que busco las cosas que tenemos en común y no las encuentro, sus gustos musicales no son los míos, mi ropa le chirría, le encanta usar expresiones que me ponen del hígado, venera a esa salchicha que tiene por perro… en fin un buen catálogo para no ahondar en una amistad. Y sin embargo nada de eso enturbia una relación de años nacida a la luz del Camino y consolidada a través de la querencia y de aquello que resulta difícil explicar con palabras.
Dr. Frederick Frankenstein: ¿Sabe? No quisiera ser impertinente, pero soy bastante buen cirujano. Quizá podría ayudarle con esa joroba.
Igor: ¿Qué joroba?
Hay películas, no muchas, que bien servirían para una tarde sombría o más aún para esos momentos en los que estamos de bajón y la vida se torna gris. Puede que incluso Rosario se la esté recomendando ya a alguno de sus afligidos pacientes. Mire, vaya a casa y póngase a ver esta peli, “El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, Mel Brooks, 1974) y verá qué pronto se le arreglan los males. Seguro que funciona porque hablamos de una de las comedias más disparatadas, delirantes, ingeniosas y divertidas de la historia del cine. Son de esas raras veces en las que todo cuadra a la perfección, con un encanto especial y quizá con la fortuna necesaria para dar en el clavo, o más bien debería decir en
“Vaya par de aldabas” “Gracias”
Y gracias debemos dar por habernos regalado esta joya cómica, género que ha sido pervertido por muchos, incluido Brooks, pero que en esta ocasión y en buena parte debido a un excelente guión escrito junto a Gene Wilder, rinde homenaje, parodia o revisa sin prejuicio alguno el mito cinematográfico de Frankenstein elevándolo a la categoría de milagro pues lo convierte con talento e ingenio a raudales en una de las más importantes películas sobre el monstruo, sin que las bromas y los gags visuales estorben a los momentos de suspense y horror, que también los hay y muy buenos, y sin que el tono manifiestamente gamberro diluya lo más mínimo la gótica atmósfera centroeuropea de clásico cuento de miedo. Soberbio.
Inga y Frederick encontrando cabezas en diferente estado de descomposición (muerto hace tres años, un año…) hasta encontrar la cabeza de Igor, que se pone a cantar, para desesperación de Frederick, que grita: “¡Aigor!”, a lo que Igor responde “¡Frodorick!”.
"Tenga, ayúdese, ayúdese" mientras Aigor pasa el cortísimo bastón a Fronkonsteen y este va y se "ayuda"... careto de Fronkonsteen
El punto de partida es magnífico, un científico prominente nieto del genio loco que no quiere ser relacionado con tal pero que no puede evitar la tendencia hacia el trabajo de su abuelo decide ahondar en el pasado y viaja desde Estados Unidos a Transilvania en tren tan ricamente. Antes, ya nos han avisado de lo que va a venir con unos elegantes pero desfasados títulos de crédito y una preciosa música compuesta por John Morris, y sobre todo con ese primer plano en lento travelling en retroceso donde nos muestra un reloj, la chimenea, el ataúd y el esqueleto del Barón aferrado a una cajita. El uso de la cámara y la luz es brillante. Después asistimos a la presentación del protagonista en una de sus clases prácticas que se ve acosado por un molesto alumno y que sirve para otro momento delirante cuando se clava el bisturí o los rodillazos en las partes nobles del esquelético hombre-prueba.
frankestein: de quién era ese cerebro? igor: A "noseque"... frankestein: A "noseque"? igor: A... normal.
¿Seguro que este es el camino? Igor: Al menos esta mañana lo era... y si no lo es, mala suerte
Podría ser peor... ¡podría llover!
O la escena con el ciego Gene Hackman o la del poli con los dardos … sublime.
Y a partir de su llegada a Transilvania, nada más bajar, la legendaria aparición de Igor, o Aigor (genial Marty Feldman) con esos ojos saltones y estrábicos, su vocecilla y sus andares simiescos. Todas sus absurdas y surrealistas conversaciones. O la presentación de Inga o la impresionante Frau Blucher Hihihihi de los caballos y rayos y truenos…
A veces y sólo por incordiar le digo a Rosario que busco las cosas que tenemos en común y no las encuentro, sus gustos musicales no son los míos, mi ropa le chirría, le encanta usar expresiones que me ponen del hígado, venera a esa salchicha que tiene por perro… en fin un buen catálogo para no ahondar en una amistad. Y sin embargo nada de eso enturbia una relación de años nacida a la luz del Camino y consolidada a través de la querencia y de aquello que resulta difícil explicar con palabras.
Dr. Frederick Frankenstein: ¿Sabe? No quisiera ser impertinente, pero soy bastante buen cirujano. Quizá podría ayudarle con esa joroba.
Igor: ¿Qué joroba?
Hay películas, no muchas, que bien servirían para una tarde sombría o más aún para esos momentos en los que estamos de bajón y la vida se torna gris. Puede que incluso Rosario se la esté recomendando ya a alguno de sus afligidos pacientes. Mire, vaya a casa y póngase a ver esta peli, “El jovencito Frankenstein” (“Young Frankenstein”, Mel Brooks, 1974) y verá qué pronto se le arreglan los males. Seguro que funciona porque hablamos de una de las comedias más disparatadas, delirantes, ingeniosas y divertidas de la historia del cine. Son de esas raras veces en las que todo cuadra a la perfección, con un encanto especial y quizá con la fortuna necesaria para dar en el clavo, o más bien debería decir en
“Vaya par de aldabas” “Gracias”
Y gracias debemos dar por habernos regalado esta joya cómica, género que ha sido pervertido por muchos, incluido Brooks, pero que en esta ocasión y en buena parte debido a un excelente guión escrito junto a Gene Wilder, rinde homenaje, parodia o revisa sin prejuicio alguno el mito cinematográfico de Frankenstein elevándolo a la categoría de milagro pues lo convierte con talento e ingenio a raudales en una de las más importantes películas sobre el monstruo, sin que las bromas y los gags visuales estorben a los momentos de suspense y horror, que también los hay y muy buenos, y sin que el tono manifiestamente gamberro diluya lo más mínimo la gótica atmósfera centroeuropea de clásico cuento de miedo. Soberbio.
Inga y Frederick encontrando cabezas en diferente estado de descomposición (muerto hace tres años, un año…) hasta encontrar la cabeza de Igor, que se pone a cantar, para desesperación de Frederick, que grita: “¡Aigor!”, a lo que Igor responde “¡Frodorick!”.
"Tenga, ayúdese, ayúdese" mientras Aigor pasa el cortísimo bastón a Fronkonsteen y este va y se "ayuda"... careto de Fronkonsteen
El punto de partida es magnífico, un científico prominente nieto del genio loco que no quiere ser relacionado con tal pero que no puede evitar la tendencia hacia el trabajo de su abuelo decide ahondar en el pasado y viaja desde Estados Unidos a Transilvania en tren tan ricamente. Antes, ya nos han avisado de lo que va a venir con unos elegantes pero desfasados títulos de crédito y una preciosa música compuesta por John Morris, y sobre todo con ese primer plano en lento travelling en retroceso donde nos muestra un reloj, la chimenea, el ataúd y el esqueleto del Barón aferrado a una cajita. El uso de la cámara y la luz es brillante. Después asistimos a la presentación del protagonista en una de sus clases prácticas que se ve acosado por un molesto alumno y que sirve para otro momento delirante cuando se clava el bisturí o los rodillazos en las partes nobles del esquelético hombre-prueba.
frankestein: de quién era ese cerebro? igor: A "noseque"... frankestein: A "noseque"? igor: A... normal.
¿Seguro que este es el camino? Igor: Al menos esta mañana lo era... y si no lo es, mala suerte
Podría ser peor... ¡podría llover!
O la escena con el ciego Gene Hackman o la del poli con los dardos … sublime.
Y a partir de su llegada a Transilvania, nada más bajar, la legendaria aparición de Igor, o Aigor (genial Marty Feldman) con esos ojos saltones y estrábicos, su vocecilla y sus andares simiescos. Todas sus absurdas y surrealistas conversaciones. O la presentación de Inga o la impresionante Frau Blucher Hihihihi de los caballos y rayos y truenos…
Frederick Frankenstein? - No, Frederick Fronkonsteen - Y por qué no Frodorick Fronkonsteen?
Y cuando están transportando al cadáver y parados por un policía se le sale un brazo del monstruo con esa manaza, y empieza a limpiarse las uñas y a frotarse.
La creación del monstruo, un inmenso Peter Boyle, es espectacular y a la vez muy coñera, y sin perder un ápice de ternura asistimos a otra infinidad de delirantes gags, el baile, cuando le encierran y Wider entra solo para calmarle, y ese estupendo final de la historia tan perturbador como eufórico. Cientos de momentos que hacen de esta peli una joya que nunca nos hemos cansado de ver. Y aunque no sea cierto lo que dice la frase bailamos al son del ritmo marcado por el compás de una frase que Rosario y yo nos dedicamos mientras nos zambullimos en lo que seguirá siendo otra de las razones por las que nos queremos: el reflejo de un par de vidas a la luz del absurdo, delirante y maravillosamente tierno “jovencito frankenstein”.
“Nadie me quiere, nadie se preocupa por mí.. chachachacha..”
Con inmenso cariño, Jb.
Me siento honrada de ser parte sustancial de una de tus últimas publicaciones. Como bien dices, resulta bastante complejo explicar con palabras el por qué de nuestra relación (yo respondería desde el punto de vista más simplista: PORQUE SÍ...Y punto). Resulta complicado explicar qué es lo que realmente ha hecho que perdure a lo largo de los años con, posiblemente, tan pocas cosas en común (en el fondo yo creo que son algunas más que una película, jeje) pero resulta tan gratificante saber que estamos ahí a pesar de la lejanía, a pesar de los despistes y de ser (sólo en ocasiones) tan impresentables... En definitiva, es tan grande el no tener la necesidad de preguntarse por qué surgió o qué es lo que la mantiene viva... Maravilloso Camino que nos cruzó... Un besazo enorme. Cuídate mucho. Acid
ResponderEliminarPD: conecte el tercer conmutador... NO! El tercero nooooooo!!! (llega usted tarde)(violines)
He meditado mucho y llegué a la conclusión de que no entré en aquel café por un acaso. Generalmente estos encuentros ocurren cuando llegamos a un límite, cuando necesitamos morir para renacer emocionalmente. Los encuentros nos esperan … pero en la mayoría de las veces evitamos que ellos ocurran. Entretanto, si estamos desesperados con la vida, si ya no tenemos nada a perder ó si estamos muy entusiasmados con la vida, el desconocido se manifiesta y nuestro mundo cambia de rumbo. (Paulo Coelho)
ResponderEliminarP.D. Jesús, aquí todos podemos escribir lo que nos apetezca, montar nuestro escenario y enviar al público la versión que más nos antoja. Yo envío la de Paulo Coelho contrarrestando lo que se ha escrito. Que juzgue los espectadores, es SOLO UNA PELICULA.
SIGUE TU CAMINO, ESTAMOS CONTIGO EN ESTA ESTRADA. Puede que yo no sea toda la amiga que debería ser pero TE ESTIMO, TE ADMIRO Y DESEO TU FELICIDAD, …. SIEMPRE.