domingo, 6 de junio de 2010

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El viaje en tren es de siete horas. Llevo algo más de cinco y son las cuatro de la tarde. En el vagón reina el silencio fruto de la hora y del calor que hace, y solo es roto por los vendedores de te, café, agua, samosa, arroz, cuentos, baratijas, los que piden dinero, un par de mal travestidos locos…. Me toca el asiento- cama de arriba del todo que nunca se pliega, al contrario del que esta en medio que hace de respaldo con la cama de abajo. Leo y charlo un poco con una monja india vestida de calle pues va a su casa unos días. Duermo algo. La gente despierta y merienda. Plásticos, botellas, desperdicios son arrojados por las ventanas sin cristales del tren con suma tranquilidad. Viajar en tren, como La India en general, no es que tenga mucho de especial, pero es el todo lo que la hace distinta, quizá única. Puede que hasta para echarla de menos cuando ya no se tenga. Ya queda menos, espero que todo vaya bien en inmigración….

Regreso a la ciudad de Palembang tras cuatro días de haber estado en una parroquia situada en la frondosidad del bosque, en medio de casi ninguna parte y a diez horas de coche para algo menos de trescientos kilómetros. En Indonesia el noventa y tantos por ciento de la población es musulmana, y el resto entre budistas, hindúes, confucionistas, protestantes y católicos. Tendremos unas treinta casas scj en Indonesia, casi veinticinco son parroquias. Las hay en ciudades de feligresía adinerada, en pequeños pueblos y ciudades, y en medio del bosque. Los feligreses son extremadamente generosos y viven con intensidad la fe, propio de quien es minoría y con escaso numero de sacerdotes. Pagan casi todo, reforman sus iglesias y confían ciegamente en los religiosos. También las hay pobres pero generosos. Esta mereciendo mucho la pena y me voy animando con el idioma que no es difícil. Sin embargo la mayoría de los días los he pasado y los pasare entre el noviciado y el escolasticado por si puedo sacar algo en claro que me valga para la caótica provincia india, pero son dos realidades absolutamente distintas y opuestas. El problema en Indonesia es que tantas parroquias les hace vivir solo en comunidades de dos o tres y con vidas individuales, aunque en las casa de formación tienen bastantes religiosos y mas o menos preparados. Por cierto, les encantaría que me quedara, pero supongo que también para que me dedicara a la formación, …hasta que me conocieran… Espero algún día poder estar en otra cosa distinta. Mientras seguiré escuchando a las tropecientas monjas que me presentan lo “guapo” que soy y la increíble nariz que tengo. En fin, que la vida me sigue ampliando horizontes aunque muchos comportamientos son iguales en la congregación sin que importe donde uno viva. Mañana marcho de nuevo al noviciado unos días..

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