Un par de días después de la ordenación, mi superior me pidió si podía ir una semana al seminario menor que tenemos en Guntur, a cien kilómetros de Eluru, debido a que por motivos médicos y bodas familiares se quedaba un solo religioso en la comunidad y que todavía no es sacerdote. Yo fui encantado a pesar que tenia ganas de empezar la vida normal y ordinaria, y sobre todo profundizar en los temas de la formación con los escolásticos pues el tiempo vuela y aquí terminamos a finales de marzo.
La semana se convirtió en quince días y no me importo. Esta casa era la que un principio iba a ser mi destino y que una semana antes de llegar lo cambiaron. Recuerdo cuando escribí acerca de la casa en mis primeros folletines y la pobre impresión que me había causado. Ahora, quizá porque ya estoy mas hecho a las incomodidades y la sequedad de los sitios, o porque la casa estaba habitada y tenía vida, o porque la miraba de distinta forma, o por un poco de las tres cosas, desde el principio me sentí cómodo y en mi sitio. Eluru es como nuestra casa de Salamanca, enorme y bastante impersonal. Esta otra es una mezcla de nuestros tres seminarios menores pero en India. Las habitaciones de la comunidad y la sala están contiguas y la casa en general esta diseñada alrededor de un patio central donde se encuentra la capilla. Es de una planta y hace más calor que en Eluru y millones de mosquitos mas, las habitaciones son pequeñas y todo es bastante mas caótico pero me hice rápido.
En Guntur tenemos una vaca que por tres veces se ha intentado inseminar sin ningún éxito. En realidad parece un toro y su comportamiento así lo atestigua. La primera tarde mientras veíamos el campo de fútbol la vaca vino lanzada hacia los tres que estábamos allí y salimos corriendo cogiendo direcciones distintas. La vaca me persiguió en un primer momento y corrí despavorido maldiciendo mi suerte hasta que llegue a unos árboles y la vaca se paró. Luego fue a por otro que se había quedado tras la portería de fútbol. Why me, Lord?
En el seminario este año son sólo diecinueve chavales entre dieciséis y veinte años. Lo que ocurre es que normalmente no aparentan la edad que tienen sino menos (estatura, alimentación) y sus pretensiones de vida son más que simples y sencillas, pero como todo el mundo en esta vida también sienten y padecen. Yo he disfrutado un montón con ellos porque basta con que les acompañes y les guíes un poco para que se sientan agradecidos y te muestren cariño. No tenía otra que hacer que estar con ellos y es algo a lo que no están muy acostumbrados.
Bueno, otro sitio donde podria ir.
Volví de Guntur y el tiempo sigue corriendo deprisa. Aquí el curso lo terminamos a finales de marzo por lo que como escribí antes sólo nos queda un mes y medio. Vivo con la sensación de haberme dejado muchas cosas por hacer pero es normal. Ahora es cuando voy asimilando y comprendiendo mejor la forma de ser de los escolásticos, sus limitaciones y deseos de aprender, su sencilla y a veces simple manera de afrontar la vida, sus contradicciones… y como siempre ahí estoy yo debatiéndome entre una mayor exigencia y la suavidad de mis planteamientos creyendo que al final captaran el mensaje de vivir honestamente sin mentiras ni mascaras, que serán capaces de vivir a un dios mas allá de las fórmulas aprendidas, que sentirán la necesidad de ofrecer algo a su provincia, que se ilusionarán por lo mucho que se puede hacer aquí si se es capaz de traspasar la nociva pero epidérmica convicción de que he venido aquí a que me sirvan y no a servir. En fin, mis devaneos.
Mis perspectivas de futuro están flotando en el aire con riesgo a quedarse ahí, al menos por el momento. La provincia india esta reorganizando las comunidades y prevemos cambios. Hace un par de semanas el provincial me comentó la idea de hacerme cargo del postulantado que comenzará el próximo junio. Después de un par de días le dije que yo me encontraba muy bien en Eluru pero que aceptaría gustoso la idea pues también me parece un reto muy interesante. El me lo agradeció a la vez que me exponía sus dudas pues la casa de Eluru necesita estabilidad y continuación en los formadores. Yo también lo veo además de otros inconvenientes como el visado y los continuos cambios en las leyes indias al respecto. Como ya sabéis tuve la suerte en noviembre de obtener un visado por un año, hecho que ahora mismo parece imposible pues en diciembre entró en vigor nuevas disposiciones para los visados de turista debido a sus miedos a atentados terroristas y por los que sólo se concederán visados por seis meses en el mejor de los casos. Este no es el problema más inmediato pues también se contempla la obligación a los que tenemos un visado de más de seis meses, de salir por un periodo de dos meses antes de poder entrar de nuevo en el país. Es decir, en abril me marcharé a Indonesia por dos meses con la idea de regresar a mediados de junio que es cuando comenzamos el curso aquí y después ya veremos cuando regrese a España en noviembre.
Visto así, la vida en la India parece que siempre está pendiendo de un hilo que cualquier día se romperá pero la verdad es que no me preocupa. Tengo la esperanza que la situación cambie y que las leyes se hagan más flexibles con el tiempo. No conjeturo, y si la situación se tornara insostenible hay muchos mas sitios donde uno puede ir. Por el momento me mantengo sereno, a gusto y animado, que ya es suficiente. El telugu se empieza a convertir en algo prioritario para mí pues de lo contrario no hay forma de comunicarse con la gente y la experiencia que cada dos domingos tengo en el poblado donde celebro me anima aún mucho más a pesar de la complejidad del idioma y de que debería dedicarle mas tiempo si quiero que sirva para algo. Hace una semana preparamos una celebración penitencial comunitaria-general que acabo siendo algo increíble. El sitio donde celebro medirá tres por tres y allí nos metemos unas treinta personas, niños y mujeres principalmente y cuatro o cinco hombres. Estábamos ensayando cantos a voz en cuello cuando las mujeres una por una vinieron a mí para confesarse individualmente y por supuesto en telugu. Yo no entendía nada, claro esta, pero tampoco podía oírlas por los cantos, así es que puse mi oreja lo más cerca posible para intentar acertar cuando dejaban de hablar… no importa cuantos años estaré por aquí, quiero aprender telugu, al menos lo básico para hacerme entender y comunicarme un poquito.
Sigue habiendo mas cosas que contar pero la tercera entrega termina aquí. Un saludo y fuerte abrazo para todos.
Pd: al poco de concluir estas líneas recibo la noticia del estado grave en el que se encuentra José Ocaña. Muchas gracias Jesús por la comunicación. Sigo buscando esa ramificación de Dios, la experiencia de un Dios distinto pero igual que todavía me resulta inédito, pero en mi oración ya existe la convicción profunda de la necesidad de escucharle y de la fuerza de la oración. Lo que venga, lo intentaremos ver desde sus ojos.
Unidos y hechos en el Corazón de Cristo.
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