En su higiene personal, los indios son uno de los pueblos más limpios del mundo. Quien haya visto las calles de las ciudades indias, repletas de basura, quien haya visto cómo los indios tiran todo al suelo, se extrañarán seguramente ante esta información. Pero en la mente de los indios, una cosa es la limpieza personal y de lo hogares, y otra muy distinta la de los espacios públicos. También debemos ser conscientes de que la higiene en Occidente es un producto reciente fruto de las investigaciones médicas, mientras que en la India (y aunque también entren obviamente en consideración materias de salud) la higiene está fundada en consideraciones rituales, y asociada a la noción de pureza. Este enfoque ritual es muy difícil de comprender para la mentalidad moderna, pero, aunque hoy muchos indios pretendan explicarlo mediantes razones exclusivamentes científicas, ha constituido la base de multitud de costumbres que han modelado la civilización india.
Cuando el indio se levanta por la mañana, normalmente de buena hora, lo primero que hace es defecar. En los pueblos y en los barrios de chabolas, donde no hay nada parecido a un cuarto de baño (sólo el 23% de las casas rurales y el 70% de las urbanas lo tienen), los hombres y mujeres se dirigen al campo con un cacharro lleno de agua. Tras efectuar sus necesidades, se limpian cuidadosamente con el agua, usando la mano izquierda, que es la reservada para estas actividades,, ya que la derecha se usa para comer. (Entre paréntesis, digamos que la costumbe de usar papel higiénico es vista en la India con horror, pues deja sucias las partes afectadas). Quien haya viajado en tren por la India habrá tenido ocasión de contemplar la “enternecedora” imagen de un grupo de hombres haciendo sus necesidades en cuclillas sin ocultarse (las mujeres sí se ocultan, y se levantan antes para poder realizar estas tareas sin espectadores).
Después, nuestro hombre o mujer procederá a limpiarse los dientes. Esto se hace recientemente con un cepillo y dentrífico, pero en los pueblos (y hasta hace poco en todas partes) se usa una ramita de un árbol especial, que se deshilacha con los dientes y con la que se frotan éstos concienzudamente. También se usa ceniza de madera o de estiécol de vaca que se frota con los dedos. Luego nuestro indio se limpiará la lengua con un utensilio diseñado para esta labor. Una vez realizado esto, procederá a bañarse. El baño (snan) es el rito purificador por excelencia. A menudo recitará textos sagrados o invocará algún nombre de Dios durante el baño.
Los factores que producen impureza son las excreciones y restos corporales (como la defecación, cortarse el pelo), la menstruación (durante cinco o siete días el cuerpo de la mujer se considera impuro, y ésta no tendrá relaciones sexuales, no hará pujas ni acudirá al templo etc.), el nacimiento, la muerte, el contacto con substancias putrefactas o el cuero (pues es la piel de un animal muerto), el sueño (pues es como una muerte pequeña), los eclipses (pues tienen una influencia maléfica), etc. Tras alguna de estas actividades o acontecimientos, antes de ir a un templo, a menudo antes de comer, se toma un baño. Tras el baño, uno se encuentra en estado de pureza ritual.
El brahmán tradicional, cuya vida gira en torno a consideraciones rituales, se bañará al menos tres veces al día, antes de realizar el ritual de sandhyá al amanecer, al mediodía y al atardecer, las “junturas” del día. Se considera que el baño, además de limpiar físicamente, purifica también mentalmente. Cuanto más baja sea la casta de una persona, menos le afectarán estas consideraciones. Esta costumbre de bañarse con frecuencia hace que, incluso en trenes o autobuses abarrotados, no se perciba casi nunca olor corporal (seguramente también influya en esto la dieta predominantemente vegetariana). Sin embargo, los indios escupen, eructan y emiten ventosidades sin apenas trabas.
El baño por excelencia es el baño en un río. Todos los ríos, femeninos en la India, y por antonomasia el Ganges (Gangá), son el símbolo de la Diosa Madre, de las aguas primordiales en las que uno recupera la pureza original. Tras el baño, el hindú procederá a realizar la puja u oración matutina.
La casa se barre y limpia también a menudo. En las aldeas, se suele embadurnar el suelo con una mezcla de barro y estiércol seco de vaca, una substancia antiséptica y considerada purificadora.
Sin embargo, tendremos ocasión de ver escenas que repugnarán a nuestro sentido de la higiene. En los pueblos, la gente se baña en el estanque común, que nadie parece preocuparse por limpiar, al lado de los búfalos y otros animales. Todos los desperdicios se arrojan al suelo sin mayores problemas, e incluso en las ciudades las papeleras y cubos de basura brillan por su ausencia. En los restaurantes baratos, el camarero quizá traiga nuestro vaso de agua con uno de sus dedos dentro (si le decimos algo, alegará que lo tiene limpio). La India es así un país que destaca por sus suciedad.
Y es que una cosa es la higiene personal y el hogar, y otra cosa es la calle, el espacio público. El hogar es espacio sagrado (y por eso se descalza uno al entrar en casa), pero la calle es “tierra de nadie”. En la calle se arroja de todo sin problemas. La limpieza de las calles corre a cargo de los barrenderos, normalmente miembros de una casta cuya ocupación principal es ésta, y que tiene el práctico monopolio sobre estos trabajos. Estar en contacto con la basura produce contaminación, por lo que se deja este trabajo a estas castas bajas. Los barrenderos, por su parte, harán el mínimo trabajo imprescindible para que todo siga funcionando, y así es como las calles de la India presentan ese estado tan sucio.
Los indios tienen también un horror instintivo de tocar la suciedad. Un amigo español me contó la siguiente anécdota: estaba alojado en una pensión barata, y el desague del lavabo se atrancó. Pasaban los días y nadie limpiaba el lavabo, lleno de agua sucia y restos orgánicos. Un día mi amigo decidió pasar a la acción: se remangó y se puso a desatascar el lavabo. Pero se quedó muy sorprendido cuando, tras conseguir limpiarlo, el dueño le echó en cara la suciedad de su conducta.
En especial, los excrementos son considerados especialmente impuros. Defecar dentro de casa en un cuarto de baño es una costumbre moderna que los indios adoptan a regañadientes; tradicionalmente los excrementos se echan fuera. Limpiar la letrina es una actividad muy impura que se deja al cuidado de la casta de los barrenderos. Hoy en día, donde a menudo ya no es así por muchas razones, veremos a veces en una casa limpia y cuidada un retrete muy sucio: nadie se atreve a limpiarlo. Tras la partición del país en 1947, cientos de miles de refugiados hindúes acudían desde Pakistán a Delhi, donde eran acogidos de cualquie manera en campos de refugiados. Una de las peticiones de esta gente, que no tenían nada en el mundo, era que les proporcionaran barrenderos para limpiar las letrinas, que desbordaban sin que nadie quisiera limpiarlas.
Hace escasamente veinte años, la basura se descomponía y reciclaba fácilmente. Los restos orgánicos eran consumidos por la vacas y otros animales. Pero la llegada del plástico y los productos envasados ha creado un problema de grandes dimensiones. Hoy en día, basta hacer un viaje en tren para ver que una gran parte del país está literalmente cubierta de restos de plásticos y otras sustancias, que nadie se molesta en recoger. Cada uno se ocupa de su terreno privado, el espacio público es abandonado a una degradación progresiva; la creciente densidad de la población hace el resto.
Uno de los grandes problemas de la India moderna es que se rige por costumbres y tradiciones pensadas para una sociedad rural con pocos habitantes. Pero las condiciones de vida en las ciudades, y especialmente en las grandes urbes, son muy diferentes. A menudo también, la India se debate en un terreno de nadie: por un lado ha abandonado su propia ética y tradiciones, por otro lado no ha asumido las reglas de una sociedad moderna cuyas ventajas busca ávidamente. Sin embargo, y asombrosamente, la sociedad in dia parece tener una flexibilidad y capacidad de acomodo que la permiten seguir viviendo y avanzando frente a todos los pronósticos contrarios.
Los musulmanes deben estar en estado de pureza ritual antes de orar, lavándose por orden la cara, las manos, los antebrazos, la cabeza y los pies. Por esta razón las mezquitas constan de un lugar donde pode realizar las abluciones. Cuando no se puede conseguir agua, las abluciones se pueden realizar con arena.
Es curioso ver cómo cada cultura tiene sus propios conceptos de suciedad y limpieza, que muchas veces presentsn amplias diferencias. Los occidentales se escandalizan al ver a los indios bañarse en aguas sucias (que éstos consideran puras), tocarse los pies, escupir, etc. A los indios les chocará ver a los occidentales beber de una misma botella, meterse en el bolsillo un pañuelo usado y utilizar papel higiénico, y se horrorizarán al oir que mucha gente se baña sólo escasa veces a la semana.
"La India por dentro". Álvaro Enterría.