La India está plagada de fiestas religiosas, algunas son celebradas a lo largo y ancho del país, y otras se limitan a uno o varios estados. En otras ocasiones la fiesta implica a todo el mundo pero la intensidad varía. Hace un par de semanas toda La India celebró la fiesta de la diosa Durga que representa el símbolo del poder y el triunfo del bien sobre el mal. La fiesta se alarga durante nueve días, aunque es especialmente importante en el este del país, y creo que en buena parte del país no se tiene clase durante nueve días incluyendo dos fines de semana, por lo que se queda en una semana de clase, si bien hay que recordar que aquí también se asiste a clase los sábados, tanto colegios como universidades.
En general, todas las fiestas transcurren por parecidos rituales: ofrendas de flores a la diosa o dios de turno, frutas o frutos secos y dinero. (Como anécdota, leí que si el dinero gastado por los indios en esta fiesta se utilizara en alimentación, el problema de los millones de pobres de hambre se solucionaría por un tiempo; pero entonces no sería La India, obviamente. Además, de estas comparaciones estamos “cansados” de leer en el mundo occidental con el dinero invertido en armamento, por ejemplo…) Todo es recreado con cantos tipo cánones, recitaciones de algún pasaje del Maharabata o del dios que toque y que se acaba mezclando con el ruido que provoca el bullicio de miles de personas en una fiesta de colores realmente bella. Los templos suelen ser pequeños, si bien es cierto que las fiestas que podríamos denominar mayores tienen su epicentro en templos enormes donde gente venida de todas las partes de La India se hacina durante días mientras rezan y piden fertilidad en sus familias, en sus campos y negocios. En estos templos el maremágnum de personas es escandaloso, y uno se puede encontrar desde gente muy piadosa a otros tantos que van a disfrutar, beber y a ver si pillan alguien con quien acostarse. Mis viajes en tren han sido en varias ocasiones testigo de lo que escribo con gente que me lo ha contado…
La religión católica no se muestra ajena a este tipo de fiestas, especialmente aquellas referidas a la virgen María. El sur de La India tiene cantidad de ciudades con santuarios dedicados a la Virgen, y son enormes. En algunos de ellos un día a la semana el santuario se abarrota de fieles para el rezo del rosario o de la misa. Hay que verlo, en serio. Y cuando llega los días de la fiesta grande del santuario en cuestión, las riadas de miles de personas son increíbles, absolutamente alucinante. Y es que la devoción a la virgen es brutal, mucho mayor que a la figura de Jesucristo. La razón, después de preguntar a bastante gente, es sencilla, y es que los indios adoran mucho más a las diosas que a los dioses por lo que la figura de la virgen se alza sobre otro tipo de santos o de Jesucristo, aunque en el sur de La India San Francisco Javier (Goa), Santo Tomás en Chenai y San Antonio de Padua tienen muchos fieles, además de la devoción al sagrado Corazón de Jesús.
El miércoles pasado celebramos en toda La India la gran fiesta de Diwali o la fiesta de las luces; es una de las más importantes sino la más, y en el norte se celebra a lo bestia con miles de petardos y tracas. La fiesta celebra el retorno triunfal de Rama y Sita a Ayodhya, cuando el pueblo los acogió jubilante encendiendo luces. También es una fiesta en honor de Laxmi, la diosa de la abundancia. Las casas se limpian y pintan para que Laxmi las visite, y se encienden lamparillas que se colocan en los umbrales de las puertas de las habitaciones y en los balcones y terrazas. Hoy lo que más se usa son filas de lamparillas eléctricas, además de la gran cantidad de petardos, cohetes y fuegos artificiales que dije antes. He leído que tradicionalmente, los comerciantes empezaban este día los nuevos libros de cuentas, y que normalmente se hace la “puja” (oración) a los instrumentos de trabajo como arados, herramientas… También hay mucha gente que juega a juegos de azar, algo muy extendido, sobre todo en los poblados. Al igual que ocurre con nuestra Navidad, Diwali ha sufrido una gran comercialización.
Amigos, los festivales de La India son innumerables, pues toda comunidad necesita de unas celebraciones colectivas que la cimienten y unan. Los festivales marcan un ciclo anual, aunando el significado religioso con la diversión y la ruptura con la vida normal. En La India en doce meses hay trece grandes celebraciones sin contar los festivales menores y las variedades regionales. Así es que imaginar!. Al igual que nuestra Semana Santa se determina por el calendario lunar o “panchang”.
No recuerdo si lo escribí alguna vez pero La India reconoce y recoge en su calendario laboral dos fiestas cristianas, Navidad y el Viernes Santo, nacimiento y muerte de Jesús. Me resulta curioso pues como suele pasar en muchas de nuestras iglesias la fiesta de la resurrección parece pasar a un segundo plano a favor de la necesaria pero no razón de vida, la muerte.
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