Considero a Andhra Pradesh como uno de los estados intermedios de la India, es decir, no tiene un grado de desarrollo como el de Kerala, Panjab, Himáchal Pradesh, Tamil Nadu en su parte sur, ni tampoco lo sitúo a la altura de estados mucho menos desarrollados como Bihar, Orissa, Chhatisgarh, Jharkhand, Madhya y Uttar Pradesh. Entre la zona moderna de Bangalore, la llamada “ciudad de la informática”, y un pueblo sin carretera de Bihar, cualquier parecido es coincidencia. Y, aunque es cierto que no he visitado todos estos estados para levantar semejante afirmación cuando llevas un tiempo viviendo por aquí y ves las noticias, lees el periódico y algún libro, y vas preguntando a la gente, creo que no ando lejos de la realidad. Por eso mismo me parece que Andhra Pradesh refleja con cierta veracidad una India que se mueve sin problema alguno entre lo milenario y tradicional, y el modernismo y la informática. O lo que es lo mismo, entre el campesino que ara como hace mil años mientras al lado emerge una inmensa central nuclear, o el que va en bicicleta de noche y sin luces por una carretera oscura y de tráfico voraz, y a la vez va hablando por uno de los más de setecientos millones de móviles que hay en La India.
Después de más de tres años de lento trabajo, por fin se ha abierto el primer gran centro comercial de Eluru, al cual de momento apenas va gente. A mí no me atrae en absoluto aunque puede que sea allí en el único sitio donde encuentre zapatillas de deporte de mi número. Me las harán pagar bien. En Eluru puedes encontrar muchas cosas que en un primer vistazo por la calles uno no cree que pudiera haber. Claro que si falta algo es variedad de un mismo producto, no tanto en cosas de informática, electrodomésticos o móviles, como en ropa o alimentos donde apenas encuentras más de una marca. Con lo que me fascina el sabor del chocolate no se puede ir más allá de Cadbury, o sólo en la ciudad de Vijayawada a setenta kilómetros y en un solo sitio y sólo una sola vez de las que he ido he encontrado Nutella. Demasiados solo para un sitio donde abunda lo dulce y el azúcar se mete en vena a diario. Qué se le va a hacer!!!
Si al salir de mi casa en vez de torcer a la izquierda con dirección a Eluru, giro a la derecha, el primer pueblo medianamente grande (mucho menos que Eluru y bastante más que un poblado) que me topo es Vijarai. Allí he encargado a un carpintero amigo de Stanis una mesa que será el nuevo altar de Katlampudi, mi querido poblado. Stanis es uno de los escolásticos de la casa pero no pertenece a la Congregación. Los suyos andan por Filipinas y tratan de ir abriendo poco a poco camino por estos lares por lo que nos pidió vivir en nuestra casa. Es un tipo con cierto recorrido y con bastante más experiencia que nuestros escolásticos. Además creo que se expresa sin tapujos pero educado. Stanis es el que desde que se fue Anan allá por Noviembre viene conmigo a Katlampudi y aunque no le cae muy bien al catequista porque le pone en su sitio yo le estoy muy agradecido. Además, a mí tampoco me cae bien el catequista pues es una de las grandes razones por las que avanzo muy lentamente con la gente de Katlampudi en lo que yo considero la actualización y vivencia de la fe.
Stanis vivió durante unos cuantos meses en Vijarai mientras trabajaba hasta que encontró su congregación. Por eso conoce muy bien el pueblo y a muchas personas. Yendo a visitar a su amigo carpintero vamos callejeando y me va contando cosas muy interesantes sobre la gente que nos cruzamos, en especial, cuatro mujeres bien jóvenes que viven al final de una calle y que sus cuatro pequeñas casas se hallan juntas pues son separadas o viudas. La vida es aún menos fácil para una mujer viuda o separada aunque su situación se entienda y en general la gente sepa que eran maltratadas o que su marido haya muerto. Si además tienen varios hijos y con algún tipo de enfermedad la situación se agrava a límites inaguantables. Reciben ayuda del gobierno pero es mínima (escolarización gratis y poco más), y si ella no puede trabajar o sufre alguna enfermedad, o cuando los dos meses de verano los hijos están en casa, todo se vuelve gris… a las que estén más necesitadas vamos a ayudarlas un poco en los meses de verano.
Los indios suelen ver con horror el tema de los cuartos de baños en cuanto al retrete se refiere. Es aceptado muy a regañadientes y o bien se tiene un retrete en un cubículo fuera de la casa (tipo peli del oeste, “Unforgiven”) o normalmente las necesidades se hacen en los márgenes de las carreteras o en descampados. Las mujeres se ocultan más pero los niños y hombres deponen su actitud sin problema alguno en los laterales de las carreteras o en la entrada a los pueblos. En las ciudades se hace más difícil encontrar un descampado pero los retretes de las casas apenas se limpian al ser considerados impuros. Recuerdo visitar a una mujer en Eluru, médico, con una casa bonita y un baño absolutamente asqueroso y sin haber sido limpiado desde tiempos inmemoriales.
Otra cosa tremenda es lo de la conducción en este país, sobre todo en carreteras secundarias donde acontece a la vez y de noche el tipo que va andando, el que va en bici sin una luz, el coche con luces especiales, largas que te impiden ver y te ciegan o el camión a toda leche y con luces largas que te obligan a pararte o a jugártela. Reconozco que es lo que peor llevo, la locura de las luces largas, y aunque es cierto que hay que tener mucho cuidado con la gente que va andando y en bici no lo puedo justificar. En la India hay cantidad de accidentes de tráfico. Yo he visto montones y no viajo mucho pero cantidad de gente obtiene el permiso sin ningún tipo de clases o experiencia, y en general es un sálvese quien pueda y el que llega el primero es el que pasa. Bueno, tengo que decir que yo me desenvuelvo bastante bien entre tanto caos y confían mucho en mí. Claro que tendríais que ver cómo conduce alguno con los que vivo!!
Y termino contándoos algo sobre el tema de la muerte y en especial del hecho de la cremación. Hace ya unas semanas recibí un email que mi querida Emilia, cocinera en nuestra casa de Alba de Tormes me mandaba y en el que se veía a gente tomando un baño en ríos putrefactos y a menos de cincuenta metros un medio-cuerpo que no había sido cremado en su totalidad. El email era duro y muy crítico, y aunque es cierto lo que se ve creo que necesita una explicación.
La muerte, tras el nacimiento y la boda es el otro gran acontecimiento familiar. Empecemos diciendo que la muerte en la India no está envuelta en el aura de tragedia que la cubre en Occidente. La muerte se ve de forma natural, precisamente como la otra cara del nacimiento, aunque naturalmente esto no quiere decir que no se llore y se sufra tras la muerte de un ser querido.
La cremación es utilizada en la India desde la más remota antigüedad por los hindúes y jaimistas. Los musulmanes y los cristianos entierran a sus muertos, mientras que los parsis, una minoría de religión zoroástrica, exponen los cadáveres para que los devoren los buitres.
En un clima tropical, cuando muere alguien conviene cremarle lo antes posible. Lo único que puede demorarlo es la llegada del hijo mayor si se encontrara fuera. El muerto, envuelto en una tela ligera, es transportado en angarillas hasta el lugar de cremación, acompañado por los varones de la familia y sus amigos que repiten “Ram nam satya he” (“el nombre de Dios es la verdad”). Las mujeres, más dadas a llorar (incluso está mal visto si no lo hacen en un primer momento), se quedan generalmente en casa.
En el crematorio, los Doms, miembros de una casta muy baja por su contacto con los cadáveres, se encargan de la cremación. Preparan una pira de medio metro de altura sobre la que se extiende el cadáver. A continuación, el hijo mayor del fallecido o alguna otra persona cercana realiza los últimos rituales. Le asiste un sacerdote, considerado de bajo estatus por realizar este tipo de trabajos. El hijo circunvala tres veces al difunto, le rompe simbólicamente el cráneo para que pueda salir el alma, y finalmente alumbra la pira. Se sientan entonces todos a contemplar la cremación, que tarda varias horas, en silencio. No hay gritos, no hay llantos; todo sucede en medio de una gran dignidad. Acabada la cremación los acompañantes toman un baño, un ritual de purificación.
Durante diez días, la familia del difunto se considera impura. Permanecen en casa sin afeitarse y comiendo una comida muy simple. El undécimo día ofrecen un banquete a un gran número de invitados; todo esto puede resultar muy oneroso. Durante un año no se celebrará ningún festival ni boda en la familia.
La muerte de los familiares se conmemora cada año por medio de una ceremonia (shraddh). En estas ocasiones, a veces se llevan las cenizas al río Ganges o a algún otro. También hay una quincena en octubre-noviembre (pitri paksha) especialmente indicada para hacer ceremonias en honor de los antepasados.
Y dicho esto, lo que ocurre en ocasiones es que los cuerpos son directamente cremados en el río pues todos los ríos son considerados sagrados y especialmente el Ganges, y a veces el cuerpo no se llega a consumir del todo. Si a esto le añades las aguas sucias o putrefactas y la gente purificándose tomando un bañito en estos caldos el cuadro resultante puede llegar a ser demoledor y repugnante, aunque una vez que se vive aquí se entiende sin que le quite su crítica.
Todo esto es mucho más frecuente en el norte debido a la mayor cantidad de ríos y de población que existe y que provocan mayor dejadez y relajación de los ritos pues el cuerpo debería ser cremado en su totalidad. Aquí en Eluru, los benedictinos decidieron vender su propiedad y comprar otro terreno debido en gran parte al olor proveniente de los cuerpos cremados en el río y toda su parafernalia. En el sur se da mucho menos el hecho de la cremación en los ríos.
Y como cosa curiosa y tremenda a la vez os cuento que hace poco asistí al entierro del padre de un alumno nuestro y del que no se sabía bien si le había dado un ataque al corazón por la bebida o él mismo buscó su suicidio empastillándose. El hecho es que la familia y todo el poblado son católicos por lo que se entierra a los muertos. Pero su bagaje es muy débil y todo es una mezcla impresionante de superstición con ritos hindúes y católicos además de sus propias costumbres. Todo empieza en la casa del muerto donde se halla todo el mundo, especialmente mujeres que rodean el ataúd. También pululan familiares y amigos entre los cuales hay bastantes ebrios. El féretro era muy simple, abierto, sin tapadera. Durante las oraciones se van sucediendo los llantos y algunos gritos, y el féretro se va llenando de flores hasta rebosar. Al término, se le conduce andando hasta el cementerio que se hallaba a más de tres kilómetros. Eran las cuatro de la tarde en un día de calor bestial. Mientras andábamos una pequeña banda de música encabeza la procesión a ritmo de una música endiablada y la gente habla y grita. Otros tres o cuatro van lanzando flores al muerto. Entonces se paran todos y esperan a que los sacerdotes se marchen hacia delante… la razón es que aunque saben que el párroco no está de acuerdo ellos quieren bailar al muerto por lo que una vez que estamos lejos sacan el cuerpo del ataúd y lo danzan!! en un festival de colores y ruido atroz amén de los que están absolutamente bebidos que intentan ser controlados por toda la comitiva. Alucinante!! Si algo realmente no me gustó fue que ni siquiera la mujer del muerto va al cementerio. Le despidió en casa. Buuff!
La India y la naturaleza de sus cosas.